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5 diciembre, 2024 5:20 am

Ni héroes ni mártires: acerca del oportunismo político de la casta caviar

Al igual que aquel aprendiz de brujo han perdido el control sobre los daños. Con desparpajo y sin autocrítica llaman a defender lo que hasta hoy combatieron arteramente.

Por: ÁNGEL DELGADO SILVA   

Para sorpresa ahora calzan sus zapatillas de marca y marchan por la democracia que expusieron al peligro. Los que hasta ayer fungían de sostén político e ideológico del régimen castillista, abruptamente se transforman en sus más duros detractores. ¿Qué ha sucedido para este giro espectacular? ¿Cómo explicar este salto dialéctico que convierte a los acólitos en feroces adversarios?

Para no equivocarnos recurramos a las categorías marxistas de su cosecha. Partamos, en efecto, de los fundamentos materialistas que empujan su decisión. Tomemos como base sus intereses económicos afectados por la ruptura. Pongamos en contexto su grita radical contra su ex jefe, entendiéndola como producto de su desplazamiento del poder. Sólo así, serán inteligibles las declaraciones plañideras y tardías de los Guillen, Vásquez, Jaico, Francke, Cárdenas y compañía. Porque ya no son ministros y ahora, con desnudo oportunismo, lloran por la herida.

Lo dicho bastaría para develar su hipocresía y descalificar la sinceridad de sus llamamientos. Pero hay más. Fueron ellos y muchos otros, mílites de la casta “progre”, quienes desde hace tiempo crearon las condiciones para el ascenso de Pedro Castillo a la jefatura del Estado. No olvidemos como se empeñaron en erosionar las instituciones republicanas en pro de una espuria “democracia callejera”. Recordemos sus ataques a la representación política y a los partidos que la sustentaban, esgrimiendo una febril “acción directa de las masas”, manipulada por el control periodístico y otros aparatos ideológicos. Reparemos como trazaron una frontera política tendenciosa que, retomando los 90’ del siglo pasado, colocaba a un fujimorismo descafeinado y sin el talante del original como epítome de toda la maldad histórica. Así cualquiera que adversara electoralmente a dicha encarnación demoníaca, la tenía que derrotar, por las buenas o por las malas.

De esta manera, Keiko jamás vencería ni a un Abimael Guzmán redivivo. Polarizar al país desquiciando la racionalidad de las urnas, a punto que algunos empresarios votasen contra sus intereses, es el terrible legado político-cultural de esta casta perversa. El hecho de auto percibirse como intelligentsia por su adscripción al globalismo, en detrimento del arraigo nacional, la condena sin remisión.  Y es que han puesto el destino del Perú y su gente, en manos de Castillo y sus bárbaros adláteres. Una factura que no podrán pagar. ¡Nunca jamás!

Al igual que aquel aprendiz de brujo han perdido el control sobre los daños.  Con desparpajo y sin autocrítica llaman a defender lo que hasta hoy combatieron arteramente. No hay honestidad en su postura, sino el afán mezquino de restaurar sus granjerías, ventajas y consultorías. Quieren recuperar la iniciativa en las calles convocando a los incautos de siempre. ¡No permitamos tan burdo engaño!

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