Moquegua: reducida área cultivable

Un caso singular es el departamento de Moquegua, que está en las estadísticas en los últimos lugares de área cultivable y que a su vez presenta abismales diferencias de área cultivable entre sus tres provincias.

POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEOP ILO)    

En este día del campesino, agricultor o trabajador del campo, no podemos dejar de lado el tema de la tierra agrícola. Si bien históricamente fue el Estado Inca el que destacó por su agricultura de alimentos directos, esa característica no continuó en el periodo Colonial y fue y es restringida en la Republicana. Aunque hoy el norte del país es más agrícola que el sur y mucho más que el oriente, no logra elevar su productividad. Internacionalmente destacamos con productos de buena calidad, pero no es la principal actividad que sustente nuestra economía.

Somos un país con área cultivable restringida y que crece muy poco. Los casos más destacables son los departamentos del suroeste del país. Arequipa, Moquegua y Tacna tienen un área cultivable muy baja. Arequipa, con 167,691 hectáreas, solo representa el 1.44% del total del área cultivable del país; Tacna, con 75,722 hectáreas, representa el 0.65%; y más grave es el caso de Moquegua, que, con 26,706 hectáreas, solo ocupa el 0.23% del total del área cultivable del país.

Se podría explicar el fenómeno afirmando que el territorio desde los Andes Occidentales al litoral del Pacífico es desértico, con escasos ríos y reducida disponibilidad acuífera, además de una disputa por el agua entre la minería y la agricultura, y un territorio muy accidentado, entre otros factores. Sin embargo, para contradecir estas afirmaciones, podemos señalar que otros países estuvieron igual o peor que el suroeste del país y hoy han incrementado sustancialmente su área agrícola: China, Israel, Qatar, entre otros. Incluso Ica ha convertido parte de sus desiertos en áreas agrícolas.

Un caso singular es el departamento de Moquegua, que está en las estadísticas en los últimos lugares de área cultivable y que a su vez presenta abismales diferencias de área cultivable entre sus tres provincias. La provincia de Mariscal Nieto, con su capital Moquegua, contiene 14,707 hectáreas (55%); Sánchez Cerro, 11,333 hectáreas (42%); e Ilo, con solo 666 hectáreas (2%). Aunque el área cultivable aumentó por la construcción de represas como la de Pasto Grande, el mejoramiento y dotación de ductos agrícolas, la ejecución de proyectos asociativos y de inversión, la tendencia ha sido ligeramente superior a una línea horizontal.

 

El minifundio, las sequías, el fenómeno de El Niño, la corrupción en la esfera pública de los gobiernos locales y regional, la desproporcionada burocratización del Proyecto Pasto Grande, la no culminación de la irrigación de Lomas de Ilo, la no promoción de proyectos alternativos de dotación de agua para el consumo doméstico y la agricultura, los planes sin mirada territorial, entre otros, han configurado al departamento moqueguano como un territorio desértico con baja área cultivable.

Moquegua, si no fuera por Tumbes, en el ranking de producción agropecuaria, estaría en el último lugar de los departamentos del país (Producción marzo 2024: agropecuaria 43 millones de soles, agraria 15 millones de soles y pecuaria 3 millones de soles; en ellas en el penúltimo lugar).

A pesar de esta disminuida área agrícola, Moquegua tiene productos de bandera que resaltan por sus bondades gustativas, saludables, nutritivas y de gran reconocimiento nacional e internacional, como la palta común y Hass, pacay, guayabas, arándanos, uvas, damasco, papa andina, alfalfa, aceitunas, yuca, zanahoria, oca, ají, dátiles, tunas, variedad de verduras y hierbas, etc. Estos productos atienden el consumo de las localidades del departamento y algunos se exportan junto con otros similares de otros departamentos. La presencia de seis de las ocho regiones naturales (Costa, Yunga, Quechua, Suni, Puna, Janca o Cordillera) permite la variedad y calidad de los productos agrícolas.

«La riqueza está en la naturaleza y en el trabajo», dicen los clásicos de la economía, y en esta parte estamos bendecidos por la variedad agrícola y por la creatividad del agricultor que acopia la sabiduría ancestral. Lo que sí falta es elevar la productividad y la extensión de las áreas agrícolas de manera urgente.

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