POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS
La ciudad de Moquegua en 1934 fue sede de la Sexta Conferencia del Distrito y Sétima de los Clubs Rotarios Peruanos, designación que le fue otorgada de modo unánime el año anterior en la reunión de Chiclayo. Se llevó a cabo los días 29, 30, 31 de marzo y 1 de abril.
Por primera vez se reunirían los clubs con sus propios delegados, y no con representantes como en las ocasiones anteriores.
El Rotary Club de Moquegua estuvo representado por su presidente Daniel Becerra Ocampo y su secretario Attilio R. Minuto. Se organizaron seis comités encargados de la preparación del programa durante los cuatro días de la conferencia. Se consideraba la atención a los visitantes, paseos campestres y por lugares de interés en la ciudad, agasajos, fiestas… Uno de los comités estuvo integrado solo por damas que atenderían a las esposas e hijas de los invitados.
Los visitantes se alojaron en el moderno hotel la Quinta de los Limoneros, uno de los más acogedores en el sur del país. El año anterior fue su huésped Enrique López Albújar, que visitó la ciudad en su condición de flamante presidente de la Corte de Justicia de Tacna y Moquegua. De su alojamiento narra que “una sorpresa y una exclamación admirativa brota a cada instante: jardines, glorietas, piscina, duchas, pajareras, invernaderos. Por todas partes artística y convenientemente dispuestos jarrones, enredaderas, árboles, arrullos y trinos…No me parecía un hotel… parecía más bien una Quinta erigida por un rico de buen gusto, para recreo espiritual… el edificio se prolonga en descensos, formando azoteas escalonadas hasta terminar en un campo de tenis, esta disposición natural, facilita la contemplación, del bello paisaje que se extiende en el valle, de pintura, de placidez, de ensueño…”.
El comisionado especial del Rotary Internacional llegó de Uruguay con su esposa. Viajó dos días en avión desde Montevideo hasta Ilo, punto de arribo de quienes hacían uso de avión o vapor; desde el puerto a Moquegua lo hacían en autocarril.
Llegaron veinticinco funcionarios y delegados de once ciudades, incluyendo Arica, acompañados de ocho damas, todos ellos fueron alojados en el moderno hotel La Quinta de los Limoneros. Los socios del club anfitrión fueron quince acompañados de veintidós damas entre esposas e hijas; los adherentes de honor a la Conferencia fueron veintinueve junto a treintaicuatro señoras. Hicieron un total de ciento treintaidós asistentes.
A este encuentro de delegados nacionales, le dio un matiz internacional el envío que hicieron desde el extranjero, respondiendo una gentil invitación, de las banderas y enseñas de sus respectivos países acompañados de felicitación y saludos, que desde sus inicios acompañaron espiritualmente a la Asamblea. Para la ciudad de Moquegua, considerando la difícil situación por la que atravesaba hacía varias décadas, este fue un acontecimiento histórico de gran importancia.
Las reuniones de la Asamblea Distrital se desarrollaban en la sala de la biblioteca del Club Social Moquegua, que era el lugar donde lo hacía semanalmente el Rotary Club de Moquegua. Las sesiones de la Conferencia Distrital eran en el amplio salón de actos del centenario Colegio Nacional de La Libertad. La comida se atendía en la Quinta de los Limoneros.