POR: NOLBERTO ARATA HURTADO
El traslado del Colegio “La Libertad” fue algo importante y trascendente. La mudanza se hizo el 28 de junio de 1958.
El profesor Guillermo Luque Vega dio el discurso de despedida del antiguo local y dijo:
“No es un ¡Adiós! el que decimos a nuestro colegio, sino un hasta luego, porque nada ni nadie por ningún motivo podrá cortar el cordón umbilical de la gratitud a estos claustros; que es del reconocimiento, del recuerdo por lo que significa para nosotros. Una juventud sin ideales es una juventud inútil, ojalá que cuando lleguéis a vuestro nuevo hogar espiritual surja en vosotros la solemne promesa de triunfar y ser dignos de este pueblo de tradición, tierra de Nieto y Urquieta, y luchen por la grandeza de Moquegua y, por consiguiente, de la patria”.
Con ese espíritu llegábamos a un local totalmente nuevo. Encontramos casilleros con las llaves puestas y cada uno tomó posesión del correspondiente. También recuerdo que, en cada aula, al costado del escritorio del profesor, había un intercomunicador que estaba vinculado directamente al jefe de normas educativas, mediante el cual el “regente” se enteraba de lo que sucedía en el aula e inmediatamente tomaba acción correctiva.
Había jardines, pero no árboles, y una de las primeras acciones fue que los alumnos sembráramos una planta para hacer un cerco vivo, que don Avelino los hizo progresar.
Las instalaciones eran amplias, siguiendo las recomendaciones más avanzadas en construcción de locales educativos, con espacios para laboratorios, biblioteca, campos para educación física y deportes.
El profesor Luque nos enseñaba matemáticas, Herberth “El Pato” de la Flor, música e historia universal; José “Machete” Palomino Uría, Lengua y Literatura; míster Carlos Kihien, inglés; Nelson Barrera, ciencias; William Cornejo, educación física; Tupayachi, IPM; Rodulfo Velásquez, ciencias naturales y psicología; y el terrible sacerdote Anselmo Chávez, religión. Era de mal carácter y agresivo, que por cualquier cosa pegaba a los alumnos.
Hay una anécdota especial. Cursando cuarto, entre mis compañeros estaba Eduardo Mamani, gran cultivador del cachascán. Un día, el padre explicaba el tema del duelo y pregunta a Eduardo:
—¿Qué es el duelo?
Eduardo respondió:
—Cuando dos personas se enfrentan con “cachorros”.
Esa respuesta enardeció al cura, quien fue a golpearlo, pero Eduardo reaccionó con una “llave” que puso al cura por los aires y cayó pesadamente. Nunca más agredió a nadie en el aula.
De los auxiliares, estaban el regente “La Fiera” Gastón Bengoa, el señor Yáñez y, en quinto, don Ramiro Hurtado, que tenía un trato especial con los alumnos.
Mis compañeros, en algunos casos, lo éramos desde el asilo y, en cuarto año, nos separamos en ciencias y letras. Allí alcanzamos al famoso “Zorro” Percy Lanchipa, que repetía más de una vez cada año de estudios y, gracias a la ayuda de todos, en especial de Juan Ponce y los plagios en los exámenes, logró no repetir ese año.
Otro recuerdo es que, en un momento, en el aula coincidió la familia de los “chuecos” y estaban Freddy y sus sobrinos Rogelio Pinto y Sergio Palomino. También estudié con Pedro Luis Chávez Jiménez, ahora importante servidor en la iglesia Santo Domingo; William Nina; Augusto “Tito” Zambrano, ambos grandes pintores; Juan Rospigliosi; Eduardo Herrera, que cantaban y encantaban; Freddy Zapata; Víctor Lino Casanova Vélez, historiador; Walter “Gringo” Valdivia, gran atleta; los hermanos Juan y Arnaldo Vargas, y muchos otros de preponderancia empresarial, cultural y social de nuestra ciudad y más allá de las fronteras, que hemos cumplido la premonición del profesor Luque de triunfar en la tierra de Nieto y Urquieta y luchar por el prestigio y la grandeza de nuestro Moquegua.
Hoy
Mi colegio Bicentenario II – Nolberto Arata 04032025 (02) Compañeros
Compañeros de estudios
Mi colegio Bicentenario II – Nolberto Arata 04032025 (03) Casanova, Maldonado, Gringo, Nina
Víctor Lino Casanova Vélez, Freddy Maldonado, Walter “Gringo” Valdivia y William Nina.
