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1 agosto, 2025 2:29 am

Mercedes vuelve a casa

El espíritu que acompañó toda la iniciativa fue el de demostrar que, incluso en contextos limitados, el arte puede abrirse paso si hay compromiso y organización.

POR: GUSTAVO PINO

El miércoles 23 y jueves 24 de este mes, Moquegua vivió dos noches singulares que lograron entrelazar el teatro, la memoria y el patrimonio. La vieja casona de la calle Moquegua, aquella que en otros tiempos albergó a la novelista Mercedes Cabello de Carbonera, fue reabierta después de décadas para convertirse en escenario de la obra “Mercedes en el manicomio”, escrita, dirigida y actuada por la actriz Karim Solórzano Flor de la Asociación de Artistas Kala. La propuesta escénica, que describe con crudeza y humanidad el complot que llevó a la escritora moqueguana a la reclusión y al olvido, había recorrido antes diversas ciudades y comunidades del sur del Perú. Sin embargo, el anhelo de su autora era traerla al punto de origen, al lugar mismo donde nació la mujer que inspira el texto.

Para lograrlo, Karim buscó el apoyo de la Asociación Guargüeros, que asumió con entusiasmo la producción local. Apenas escucharon de qué trataba la obra, nació en los organizadores la convicción de que no podía presentarse en otro lugar que no fuese la casona de Mercedes. Así comenzó una tarea intensa, casi contrarreloj, para acondicionar espacios que llevaban años sumidos en el polvo y el silencio. Con trabajo voluntario se limpiaron pasadizos, se habilitó el primer patio y el vestíbulo, y se devolvió a la vieja casa un aire de vida que parecía imposible de recuperar.

El resultado fue que, por dos noches consecutivas, las entradas se agotaron. Ciento veintidós asistentes se congregaron para ser testigos de un acontecimiento cultural sin precedentes en la ciudad: no solo el estreno de una obra teatral, sino la reapertura simbólica de un espacio patrimonial que dormía en la memoria colectiva. La velada no se limitó a la representación escénica. La joven Valeria Rodríguez, estudiante de Ingeniería de la UNAM, presentó maquetas de la casona como parte de un proyecto de revalorización. Hubo también palabras a cargo de la comisión de recuperación del inmueble, un conversatorio con la actriz sobre la vigencia del pensamiento de Mercedes y un sorteo de obras donadas por Anglo American Quellaveco que permitió a algunos asistentes llevarse a casa textos de la escritora.

Hacer posible estas funciones requirió la suma de esfuerzos de muchas voluntades. La Asociación Guargüeros logró articular apoyos de instituciones y empresas locales como Tradición es La Victoria, Estructuras Flores, Producciones Scarlett, Coop. Santa Catalina, Boticas Ximena y la Municipalidad Provincial Mariscal Nieto, además de la Fundación Baluarte, que brindó respaldo para que la experiencia se concretara. El espíritu que acompañó toda la iniciativa fue el de demostrar que, incluso en contextos limitados, el arte puede abrirse paso si hay compromiso y organización. Por eso estas funciones fueron autogestionadas y una parte de la recaudación fue destinada a retribuir a los artistas, algo poco habitual en la ciudad. Los organizadores destacaron la importancia de que la ciudadanía aprenda a valorar y sostener el arte también desde su propio bolsillo, como paso necesario para el desarrollo de una verdadera industria cultural.

Nicolás, uno de los impulsores de esta experiencia, comentó al cierre que el compromiso con la cultura no puede depender solo del Estado. “El compromiso con la cultura debe llegar de todos los sectores y muchas veces olvidamos el poder que se tiene de generar espacios de expresión artística desde el sector privado. La sublime obra de Mercedes en el manicomio ha llegado a Moquegua no solo con la intención de rememorar la importancia del personaje de Mercedes Cabello y su lucha, sino también, a través de nuestro esfuerzo, a que la población valore nuestro patrimonio como es la Casona de Mercedes Cabello. Más aún esta experiencia ha podido demostrar que en Moquegua se puede hacer teatro autogestionado y que tenemos un sector de público dispuesto a invertir en cultura”, afirmó.

Karim, por su parte, no ocultó la emoción que le produjo traer la obra a esta casa. “Cada vez que realizo la puesta en escena lo hago con el corazón sin importar el lugar, porque la vida de esta mujer es atemporal y cala profundamente en quien la ve. En este caso en particular sentí que trasladé el espíritu de Mercedes del manicomio y la dejé en su hogar”. Las palabras de la actriz resonaron en los corredores antiguos como un acto de justicia poética. Durante esas noches, la casona ya no fue ruina, sino memoria viva. Entre luces, aplausos y silencio, Mercedes volvió, aunque sea por unas horas, a habitar su casa.

Análisis & Opinión