POR: BETO LAJO PAREDES
La CEPAL – Comisión Económica para América Latina y El Caribe-, mediante el secretario ejecutivo, José Manuel Salazar–Xirinachs, ha pronosticado en 2,4% el crecimiento de la economía latinoamericana para el año 2025; lo calificó de “crecimiento mediocre”; al estar por debajo del promedio mundial de crecimiento de 3,2%; considerando que India crecerá 6% y China 4%. Es evidente el rezago de Latinoamérica, ya no sólo de las economías avanzadas (EEUU, Canadá, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y Japón), sino también, de las economías emergentes del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
¿Dónde radica el problema? En la no atracción de inversión privada productiva, en no saber ¿cómo tratar con el capital? E ahí “la gran cuestión”, escribió el estadista Víctor Raúl Haya de la Torre, es decir, en la ignorancia económica y financiera de los gobernantes. En la actualidad hay tensiones comerciales entre EEUU y China Popular; las multinacionales occidentales, afincadas en China, gracias a la visión del líder chino Deng Xiaoping, quien aplicó la ambivalencia del imperialismo (tesis hayista), atrajo inversiones del capitalismo a China, les otorgó garantías, generando un impresionante desarrollo en el gigante oriental. Ahora, se están trasladando a Vietnam e India, no lo están haciendo hacia la América morena. Lo curioso, ningún gobierno latinoamericano, ni de derecha (neoliberal), ni de izquierda (estatista), se ha pronunciado al respecto, ni a favor ni en contra. Menos ofrecen una alternativa de desarrollo latinoamericano.
¿Dónde más radica el problema? En los complejos de inferioridad o exceso de ideologismo marxista y liberal, por el nefasto “colonialismo mental”, denunciado por el fundador del aprismo, evidenciados, en el fracaso de los modelos ensayados, los alentados por el neoliberal “Consenso de Washington”, y, los impulsados por el totalitario “Socialismo del Siglo XXI”, en América Latina, debilitando la democracia y transgrediendo los derechos humanos (fracaso político); en la abismal desigualdad social e indignante pobreza (fracaso económico).
A lo cual, se agrega, los anuncios de Donald Trump: aumentar los aranceles a Canadá, México y China; cuestiona los Tratados de Libre Comercio celebrados por EEUU, aduce “están perjudicando a los estadounidenses, y, permitiendo el enriquecimiento de otros a costa de la primera economía del mundo”. El presidente republicano, ha llegado al extremo de proponer, cobrar impuestos externos al mundo, por los beneficios obtenidos “a costa de EEUU”; deberíamos, reclamar, a la potencia norteamericana, indemnización por las invasiones de marines a países indoamericanos; por apoyar a tiranías y ser condescendientes con dictaduras; y ser ineficiente en su lucha contra el narcotráfico, cuyo principal mercado es precisamente, el de EEUU. Llama la atención que, ningún político, le ha salido al frente, a refutar las posturas imperiales de Donald Trump; ni el Foro de Sao Paulo o Grupo de Puebla. Estamos atónitos, por las tímidas declaraciones de Claudia Sheinbaum, y el silencio de López Obrador.
Retomar el “Interamericanismo democrático sin imperio”, del aprismo continental, y sus pilares doctrinarios: antimperialismo constructivo, realista y moderno; e integracionismo científico indoamericano; y, democracia funcional de pan con libertad y justicia social.