POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ
Quiero comenzar este artículo, parafraseando a Unamuno, cuando en una nota titulada “Me duele España» escribía: “¡soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo!” porque en aquella época de guerra e intrigas España le dolía, como en estos días me duele Moquegua, al ver que autoridades, colegios profesionales, instituciones, políticos y “comentaristas” de diversa índole y laya actúan como los clásicos monos que optan por no ver, callar y escuchar, bien por los tres motivos del oidor, o por el frío calculo que los hace ser “políticamente correctos”, antes que protestar con respeto, pero con firmeza porque al departamento de Moquegua no se le ha considerado para nada, tanto en lo que respecta a los 52 proyectos de alto impacto priorizados en el Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad (PNIC), cuyo valor asciende a 99,196 millones de soles y en los 51 Proyectos 2019 -2022, por un monto de US$ 9,211 millones, que figuran en el portafolio de inversiones de la Agencia de Promoción de la Inversión Privada en el Perú (ProInversión), a pesar que en reiteradas ocasiones el Presidente Vizcarra ha mencionado su intención de promover planes la región Moquegua en relación a infraestructura portuaria, ferroviaria, plantas desalinizadoras, etcétera.
Y aquí me permito, sin ánimo de soliviantar, hacer una reflexión que quiere ser pregunta e inquietud: ¿creen ustedes amables lectores, que de haber ocurrido algo similar en relación a departamentos vecinos, –por citar algunos–, las autoridades y sociedad civil de los mismos se hubiesen cruzado de brazos?…Tengo la absoluta seguridad que hubiesen hecho sentir su malestar.
¿Cómo explicarnos tal actitud?…Quizás en razón que a partir de la explotación minera de Toquepala y después de Cuajone, la población se multiplicó varias veces como consecuencia directa de la migración laboral, que trajo consigo idiosincrasias que superaron largamente la identidad moqueguana, pudiendo decirse que recién se está forjando otra en el espíritu de las nuevas generaciones, las cuales a decir verdad son más proclives a aceptar las de sus padres, antes que las nativas dado que poco o nada se hizo y se hace para hacerlas conocer en los centros educativos de Moquegua.
Pero volviendo al tema central: ¿cómo entender que esté ocurriendo ello, más aun cuando ejerce la presidencia Vizcarra, cuyos ancestros y vivencias son esencialmente moqueguanas?…Quizás la respuesta, se halle en la poca identificación de las autoridades actuales, aparte de los principales personalidades y líderes de opinión tanto con nuestra historia, como con un conocimiento pleno en cuánto que se puede lograr o construir, a tal punto que en esta ocasión se pierde de vista la montaña (Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad y portafolio de ProInversión), para distraerse en cómo repartirse el adelanto de cien millones de soles de Anglo American Quellaveco, cabiendo señalar que la capacidad de gasto de casi todos los sectores es totalmente ineficiente.
Es decir: ¡INCAPACIDAD TOTAL tanto para administrar como para gestionar!… ¿Por qué no recordar que uno de los grandes méritos de Vizcarra cuando era presidente regional, fue su capacidad de gestión, ganándose al entonces presidente Humala, quien le brindó apoyo económico en varias de sus obras: carretera a Omate, hospital del Minsa, irrigación de las Lomas de Ilo, etc. (Aquí un reconocimiento: Humala al margen de sus yerros y aparentes malos manejos, –aún no ha sido condenado–, aparte del apoyo a Vizcarra, tuvo un gesto plausible: devolvió al Batallón Mariscal Nieto el papel de escolta presidencial que había sido cancelado por García).
Para finalizar, solo me queda decir que todo parece indicar en función a la actual problemática política, a los tiempos que quedan y al decir, al callar, a la visión y al actuar, tanto del Presidente Vizcarra, como de la mayor parte de nuestras actuales autoridades, que este lustro será perdido para las esperanzas de progreso de nuestro querido departamento, perdiéndose una oportunidad histórica, dado que poco o nada se ha hecho o se hará, dado que todo ellos desconocen con Renán que “Una nación o una patria chica es un alma, un principio espiritual.
Dos cosas que, a decir verdad, no son más que una, constituyen esta alma, este principio espiritual. Una está en el pasado, la otra en el presente.
La una es la posesión en común de un rico legado de recuerdos; la otra es el consentimiento actual, el deseo de vivir juntos, la voluntad de continuar haciendo valer la herencia que se ha recibido indivisa (…). La nación, como la patria chica, como el individuo, es la consecuencia de un largo pasado de esfuerzos, de sacrificios, de desvelos (…). Un pasado heroico, grandes hombres (…), he aquí el capital social sobre el cual se asienta el amor al terruño.
Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; haber hecho grandes cosas juntas, querer hacerlas todavía, he aquí las condiciones esenciales para ser un pueblo. Se ama en proporción a los sacrificios soportados, a los males sufridos.
Se ama la casa que se ha construido y que se transmite (…). Una nación o patria chica es pues una gran solidaridad, constituida por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y los sacrificios que todavía se están dispuestos a hacer. Supone un pasado; se resume, no obstante, en el presente por un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida en común. Es un plebiscito de todos los días”.