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22 noviembre, 2024 11:54 am

Mariátegui y Moquegua

Como resultado de este enjundioso trabajo concluye que el padre de Mariátegui es nuestro paisano Julio César Chocano, y que además doña Amalia La Chira tuvo con él a Juan Clímaco Julio, que cambiaría por Julio César (como su padre), y a María Amanda, cuyas partidas fueron asentadas por el mismo Chocano, “información que se maneja con discreción entre los descendientes de las familias La Chira y Vallejos que aún se encuentran en Huacho” escribía hace treinta años Rodríguez Pastor.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS    

Investigaciones realizadas en los últimos años demuestran que la vinculación de José Carlos Mariátegui con Moquegua es sorprendentemente más cercana de lo que ya se sabía.

Hoy se ha determinado que el Amauta no fue hijo de Francisco Javier Mariátegui Requejo, como sus biógrafos siempre lo han sostenido. Su padre biológico fue el moqueguano Julio César Chocano del Solar, en consecuencia, ha llevado un apellido que no le correspondía.

La veracidad de esta afirmación es concluyente y hoy no deja lugar a dudas.

Además de que ya hemos precisado que nació en la casa que custodiaba una espaciosa huerta ubicada en la calle Junín, en el parque de la Alameda, que una vez demolida hace unos años allí se construyeron dos nuevas viviendas que hoy llevan los números 230 A y 230 B. Se hace impostergable colocar en la fachada de la casa una placa que lo ilustre.

En 1995 apareció el libro José Carlos Mariátegui la Chira. Familia e infancia, de Humberto Rodríguez Pastor, quien meses atrás estuvo en nuestra ciudad indagando en el Archivo Regional; desde luego que también, entre otros repositorios, lo hizo en Huacho entrevistando a una diversidad de personajes.

Como resultado de este enjundioso trabajo concluye que el padre de Mariátegui es nuestro paisano Julio César Chocano, y que además doña Amalia La Chira tuvo con él a Juan Clímaco Julio, que cambiaría por Julio César (como su padre), y a María Amanda, cuyas partidas fueron asentadas por el mismo Chocano, “información que se maneja con discreción entre los descendientes de las familias La Chira y Vallejos que aún se encuentran en Huacho” escribía hace treinta años Rodríguez Pastor. Como es fácil de entender J. C. Chocano no podía reconocer a estos hijos por ser hombre casado con Josefa Infantas Vargas con quien también tenía familia.

En algunos círculos este descubrimiento tuvo el cariz de una irreverente profanación y causó gran revuelo. No era para menos, pues ponía en entredicho cuantas biografías se habían publicado hasta ese momento, además un sector de sus seguidores hizo de Mariátegui una suerte de gurú espiritual intocable, no obstante tratarse de una de las más agudas inteligencias, abierto a las nuevas ideas que contribuyó a introducir en el país, y lo publicado fue tomado con incredulidad acompañada de no pocas ásperas censuras, no obstante, la reconocida probidad del autor.

Cierto, lo investigado se hacía difícil admitirlo de inmediato como verdad irrefutable; se alegaba que eran simples versiones de los testigos y que estas no eran pruebas concluyentes.

Sin embargo, lo mismo ha podido argumentarse de la paternidad que se atribuía a Francisco Javier Mariátegui, filiación que nunca ha sido lo suficientemente clara, naturalmente que no podía serlo, al punto que en las biografías más autorizadas apenas se toca este aspecto de la vida del ilustre pensador, como ahora se viene esclareciendo. Chocano falleció en 1915, doña Amalia la Chira en 1945, sin que ninguno compartiera su secreto, hasta donde se sabe.

El año 2018 conversando con Augusto Tamayo San Román, conocido cineasta y gran conocedor de la genealogía de su familia los Tamayo y Chocano, me facilitó el reporte del análisis de ADN que se hizo en un conocido laboratorio norteamericano. Allí le informaban que compartía genes con los nietos de J. C. Mariátegui que se hicieron igual examen y en el mismo centro, que dicho sea de paso presta este servicio a todo el planeta. Si consideramos que Tamayo desciende de una hermana de Julio César Chocano, la prueba viene a confirmar con innegable rigor científico el precursor estudio de Rodríguez Pastor.

Por su parte Servais Thissen, reconocido por la seriedad con la que viene investigando más de medio siglo la vida y obra del Amauta, en su reciente libro Mariátegui, nuevos aportes (2021, p. 15 y ss.), con la misma responsabilidad con la que siempre ha trabajado, recoge este estudio y amplía el tema acompañado de amplia información y del entendido comentario facilitado por nuestro amigo Augusto Tamayo, quien hoy nos informa que una treintena de nuevos análisis, hechos en los últimos años en el mismo laboratorio, van incrementando el número de parientes entre los Chocano y Mariátegui de estas dos familias, lo que viene a ser una reafirmación adicional repetida en cada uno de los casos, si acaso reiterarla tantas veces fuera necesario, parentesco que llevará a replantear algunos aspectos de la infancia de nuestro ilustre pensador, sin que ello melle en lo más mínimo su calidad intelectual ni moral. Queda en el más profundo de los misterios saber si Amalia La Chira puso al tanto a su hijo José Carlos su verdadera filiación.

Julio César Chocano del Solar fue hijo de Nicolás Jacinto Chocano Angulo y de su segunda esposa Gertrudis Petronila del Solar Gutiérrez; entre otros cargos, fue director del Colegio Nacional de La Libertad de la ciudad de Moquegua desde octubre de 1893 hasta mayo de 1894; dos años después también lo sería el profesor Rafael Díaz, padrino de Mariátegui. Nicolás Jacinto fue integrante de la Junta de Gobierno Provisorio que presidiera Nieto en 1843, era primo hermano de José Santos Chocano Fernández Cornejo, abuelo del poeta, de lo que resulta que J. C. Mariátegui era primo en tercer gado del “cantor de América”, parentesco probablemente desconocida por los dos.

Las vinculaciones familiares resultan significativas en este caso. Nicolás Jacinto fue hermano de Juan Nicolás Chocano, que en su primer matrimonio con María Petronila del Solar tuvo como hija a Carmen Chocano, prima hermana de Julio César, que radicó un tiempo en Huacho. Fue ella quien acompañó a Amalia La Chira a Moquegua, donde los esperaba J. C. Chocano, para que diera a luz. La alojó en la casa de la calle Junín que era propiedad del medio hermano de Carmen, Eduardo Chocano Espejo.

Agreguemos a lo dicho lo que hace unas décadas comentan algunos de los nietos de José (Pepe) Jiménez Pomareda, quien de 19 años de edad asentó la partida de nacimiento de Mariátegui. Doña Gumercida Gómez, esposa de don Pepe, encontró cartas que Amalia La Chira había escrito a su esposo en las que le requería dinero. Encaró al marido exigiendo una explicación, y en un justificado arranque de celos las destruyó todas. Testigo de este arrebato fue una de las hijas que años después comentó a sus sobrinos lo visto y oído. Sin negar ni aceptar esta versión, está dentro de lo posible que ellos mantuvieran una relación epistolar cuando ella se alejó de Moquegua.

Determinada la verdadera filiación de José Carlos Mariátegui, su vinculación con la ciudad de Moquegua se hace más cercana que la de ser simplemente su ocasional cuna.

Análisis & Opinión