POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS
Nació en la villa de Moquegua en 1779. Fueron sus padres Ramón Calderón Portocarrero y Francisca Tudela. Sus primeros estudios los cursó en su pueblo natal.
Los Calderón Portocarrero tenían el mayorazgo de Banispedro, que en 1531 fundara su antepasado Andrés Calderón, sito en la ciudad de Trujillo del reino de Extremadura, en España. Se fue transmitiendo en la línea de la varonía de generación en generación, como era patriarcal costumbre para conservar los privilegios de la hidalga y añeja estirpe.
Para reclamar tales prerrogativas, que por sucesión le correspondían, su padre lo envía a España. Viaja con intenciones de embarcarse por Buenos Aires. Sigue la recorrida ruta por el Alto Perú y recala en Salta. En este lugar cae prendado de doña Escolástica Senteno, con quien contrae matrimonio. Se establece en Tucumán.
ENTRE LA FIDELIDAD REALISTA Y LAS SOSPECHAS
Eran años conflictivos. Se revoluciona el Alto Perú y termina enrolándose en el ejército realista; alcanza el grado de coronel. El virrey lo designa primer jefe del batallón de Arica y gobernador subdelegado de su partido de 1815 a 1820.
Era frecuente que la región fuera visitada por emisarios secretos que difundían las ideas y afanes de libertad. Se sospechó de su lealtad. Fue suspendido en su cargo y sometido a juicio en Arequipa. Fue absuelto y retorna a su empleo. Es designado subdelegado interino de Moquegua en 1821.
Después se supo que Mariano Portocarrero (suprimió “Calderón”) desde 1819 mantenía correspondencia secreta con Belgrano, San Martín y O’Higgins.
SU ADHESIÓN A LA CAUSA PATRIOTA
Al llegar Miller a Moquegua en mayo de 1821, Portocarrero se une al ejército patriota. Deja muy buena impresión: “Es muy vivo, tiene excelente entendimiento, y un don de hacerse respetar; tiene mucho influjo y ha despachado propios en toda dirección; difunde proclamas y se muestra como un celoso, activo y decidido patriota que trata de levantar a la población, me asegura que todos los indios del interior están ya revolucionados”, así informa Cochrane a San Martín. Le dieron el grado de general.
Por el influjo social y económico que tenía, fue nombrado inspector general de las Guardias Cívicas del Perú. Fue designado presidente de Arequipa. Lo distinguieron con la Orden del Sol en la clase de asociado. Tuvo un alto cargo e importante desempeño político en la primera campaña a Puertos Intermedios.
Después de la debacle de Torata y Moquegua en enero de 1823, integró la comisión enviada a Colombia para entrevistarse con Bolívar e invitarlo para que viniera al Perú. Dada su influencia y el alternar con la cúpula militar, presentó planes para una segunda campaña por Tarapacá y Arica.
DESERCIÓN Y CAÍDA EN DESGRACIA
Después de la derrota de Intermedios de medio año, desertó y se reintegró a los realistas. Al general patriota Portocarrero le restituyeron el grado de coronel realista.
La deserción y haber aceptado la degradación le valió duras críticas, actitud que fue calificada como traición. Al buscar embarcarse por Arica fue preso por orden de Santa Cruz, acusado de reo de lesa patria. Liberado, se retiró al sur y se apartó de la vida pública.
Después de Ayacucho, por medio de su primo Miguel Pérez de Tudela—que fue comisionado por la Municipalidad de Moquegua para felicitar a Bolívar—trató de reivindicarse haciéndole llegar “una reseña de sus pasados servicios a la patria”. Recibió como respuesta: «Nada quiero oír de un mal patriota, debió preferir la muerte antes de pasarse a los españoles».
AÑOS FINALES Y LEGADO
Posteriormente, afincado en Moquegua y dedicado a las labores agrícolas, tuvo un marcado protagonismo político e influjo social en la ciudad. Fue síndico y subprefecto en 1836, promovió un movimiento local protestando por la guerra de Chile contra la Confederación.
En los sucesos de 1842, que alteraron la paz en Moquegua por la presencia de Castilla, este general fue acogido en la casa de Mariano Portocarrero, quien lo atendía con vajilla de plata. Falleció tres lustros después.
Mariano Calderón Portocarrero, que terminó firmando como Mariano Portocarrero, es uno de los moqueguanos cuya biografía debemos rescatar.

