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21 noviembre, 2024 4:59 pm

Los plebiscitarios y su decisión irrenunciable de Tacna a la patria

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)    

El viernes 23 de agosto pasado, el Capitán de Navío Luis Ernesto Mendoza pronunció un discurso en la Casa Museo Grau de Lima sobre la vida de Dolores Cabero de Grau, la viuda del Héroe Máximo del Perú, don Miguel Grau Seminario. Al finalizar el acto, continuó la conversación con un grupo de interesados, y por uno de ellos me enteré de que la viuda del Peruano del Milenio estuvo en una manifestación de apoyo a las tacneñas cuando la patria requería de la acción de las mujeres peruanas.

En efecto, por revelación del historiador Rodolfo Castro Lizarbe, supimos que Dolores Cabero de Grau, junto a las hijas del protagonista principal de la Campaña de la Breña, marchó con muchas mujeres en Lima el 12 de marzo de 1925, protestando por el anuncio de un plebiscito para que la población residente en Tacna se manifestara a favor o en contra de la vuelta de Tacna al Perú, cuando las condiciones no eran propicias para esa consulta.

En esa ocasión estuvieron presentes Francisca Bolognesi, hija de Mariano Bolognesi, Lucila y Zoila Aurora Cáceres, María Luisa Grau, hija del héroe, y un gran número de mujeres, y algunos varones que marcharon con ellas, entre los cuales, por supuesto, había muchas tacneñas.

La campaña de chilenización en Tacna iba a dar como resultado que la frontera de Chile subiera más hacia el norte, debido a la numerosa presencia de chilenos residentes en Tacna y la violencia de un control social ejercido por las autoridades chilenas contra cualquier manifestación patriótica a favor del Perú. El resultado del plebiscito iba a ser adverso para Perú.

LOS TACNEÑOS Y LA PATRIA A FLOR DE PIEL

Conversar con un tacneño sobre su tierra es sentir en su voz el amor hacia la patria, como si de manera atávica tuviera la peruanidad en los genes, transmitida generacionalmente y multiplicada hacia los demás por el proceso de socialización.

Cuando la televisión empezó a transmitir masivamente imágenes de manera directa, cada 28 de agosto, sobre sucesos que ocurrían en el instante, se sentía que el espíritu patrio aflorado de entre los tacneños se prolongaba hacia todo el Perú. Los peruanos habían visto fotografías en libros, diarios y revistas, pero ahora era posible asistir al mismo instante en que se realizaba la actividad cívico-patriótica.

Yessica Clavijo Chipoco es bisnieta de Martina Bravo Dávila, una de las mujeres que estaba lista para ser plebiscitaria, y su experiencia es la de muchos tacneños, ya que más de uno de sus antepasados estuvo ligado a la defensa de la patria, a alguna experiencia formal o informal en la que se demostró el amor hacia el Perú, de entre los hombres y mujeres de Tacna que defendieron su peruanidad.

Martina Bravo Dávila, plebiscitaria con gran amor a su patria, Perú.

DOBLEMENTE HEROICA

San Pedro de Tacna, como lo reitera Alberto Kuroiwa Bermejo, es doblemente heroica. Ganó oficialmente ese título a pocos años de la independencia, en reconocimiento al esfuerzo de sus patriotas por la libertad del Perú, y lo reafirmó al no renunciar nunca al cordón umbilical que la ata hasta hoy a la patria, tras una lucha en la que Arica se perdió, resignándose finalmente, como Tarapacá e Iquique, a ser parte de un nuevo Estado.

El poeta Enrique López Albújar retrató el peruanismo de Tacna en sus poesías, manifestando que morir en Tacna era un honor. Es probable que cuando compuso la poesía a “La Bandera”, lo hizo pensando en esa tierra que sintió suya de tanto andar sobre ella, con el recuerdo de la patria adolorida que había clamado por su defensa para que no la dejaran alejarse nunca del Perú.

La primera escuela sobre la patria que tuvieron los niños y las niñas de Tacna durante la ocupación fue su propio hogar, sitio donde el amor hacia el Perú existía como un tesoro. Lo mismo sucedía en Arica, pero el poderío militar y la decisión ya tomada por el gobierno del Mapocho estaban marcados, dispuestos a no retroceder frente a la razón que amparaba a los peruanos.

LA GUERRA DE CHILE CONTRA PERÚ Y BOLIVIA

A través de las lecciones de historia, sabemos que, en los años previos a la guerra con Chile, ya el mariscal Ramón Castilla había advertido a los gobiernos sobre la política armamentista del país del sur, presintiendo que su ambición se orientaba hacia el norte, sobre terrenos bolivianos y peruanos.

Pese a la advertencia de Castilla y a las recomendaciones de Miguel Grau sobre consideraciones para la Marina de Guerra, el Estado peruano no priorizó lo advertido, quizá en una excesiva confianza en su seguridad interna, al haberse pasado de un militarismo a un civilismo que con toda la razón se empeñaba en fortalecer el sistema democrático en el Perú. Sin embargo, los temores de Castilla no tardaron en manifestarse.

Chile arremetió contra Bolivia y el Perú, armado con unas estrategias que reflejaban su geopolítica, las ambiciones de sus planes estatales y los proyectos de sus estadistas, quienes habían puesto la mirada en los territorios que finalmente se apropiaron. Alrededor de esta guerra afloró el heroísmo de los peruanos y de las peruanas, conocidos y anónimos, que llenan las páginas de los libros con detalles sobre este instante inmortal, cada vez que se rememora la agresión sobre el Perú.

EL RETORNO A LA PATRIA

En el Perú se pusieron en práctica diversas estrategias para juntar dinero y recuperar los territorios ocupados por los chilenos. Los peruanos nunca se resignaron a la pérdida de Tacna y Arica, ni de Tarapacá e Iquique, pese a que por un tratado se habían cedido a perpetuidad estos dos últimos territorios, con el consiguiente desequilibrio emocional para sus habitantes, que a la fuerza quedaron sometidos al aparato jurídico chileno, que desató un bien montado proceso de chilenización.

Leguía tuvo a cargo la campaña de Recuperación del Morro y el retorno al Perú de los territorios irredentos, y se desarrollaban paralelamente un conjunto de esfuerzos diplomáticos para el retorno de las provincias cautivas que iban a ser sometidas a un plebiscito que nunca se realizó, porque el gobierno chileno sabía de la irrenunciable postura a su patria por parte de los tacneños y los ariqueños en general, y no solo por los ciudadanos que iban a participar en una consulta en la que no votarían las mujeres ni los niños.

La chilenización no pudo en Tacna. Los peruanos la enfrentaban decididos, pese a las agresiones recibidas, de las que fueron víctimas tacneños de toda condición social. El 28 de agosto de 1929, Tacna retornó oficialmente a la patria; en esa ciudad nunca se perdió la peruanidad, por eso fue un retorno oficial, nada más. Tacna fue, es y siempre será peruana, por los siglos de los siglos.

Análisis & Opinión