POR: PH.D. ING. AVID ROMAN-GONZALEZ
En el marco de la Feria Internacional del Libro de Lima 2025, que abrió sus puertas este 18 de julio, surge una reflexión poderosa: ¿cuántas vocaciones científicas comenzaron con la lectura de un libro?
Desde títulos icónicos como Cosmos, de Carl Sagan; Breve historia del tiempo, de Stephen Hawking; o La doble hélice, de James Watson, hasta las obras de divulgadores en español como Jorge Wagensberg, Clara Grima o Andrés Gomberoff, miles de científicos, ingenieros y académicos reconocen que fue una lectura —una sola chispa de papel y tinta— la que les despertó el asombro y el deseo de entender el mundo.
La lectura de la ciencia no solo informa, sino que también transforma. Es capaz de plantar una inquietud que se convierte, con el tiempo, en una carrera, en una pasión, en un aporte a la sociedad. Muchos especialistas en educación y divulgación científica coinciden en afirmaciones similares. En un país como el Perú, donde fortalecer la cultura científica desde edades tempranas es un reto y una necesidad, los libros de divulgación científica representan una herramienta invaluable.
Un buen libro puede sembrar preguntas como: ¿cómo funciona el cerebro humano?, ¿qué hay más allá del sistema solar?, ¿cómo podemos combatir una enfermedad desde la ingeniería biomédica? Preguntas que, bien canalizadas, pueden convertirse en proyectos de vida.
En esta Feria Internacional del Libro de Lima 2025, se hace un llamado a padres, docentes, estudiantes y ciudadanos curiosos a acercarse a los stands dedicados a la ciencia, a regalar o regalarse un libro que despierte la curiosidad, que inspire una vocación, que conecte el placer de leer con el deseo de descubrir. Porque detrás de cada gran científico, casi siempre hubo una primera pregunta… y muchas veces, esa pregunta nació entre las páginas de un libro.