POR: NOLBERTO ARATA HURTADO
Quiero contribuir recordando eventos pasados y, junto con los jóvenes, historias escuchadas de sus mayores.
Hace 70 años, las principales calles de mi Moquegua eran la Lima, del Centro (Moquegua), Ayacucho, Junín y Cuzco. Los “extramuros” eran la Balta y Sauzal (ahora Ilo).
La calle Lima era muy especial. Comenzaba en las faldas del cerro El Portillo. Ahí encontrábamos la dulcería o pastelería de doña Felícitas Arias, las tiendas de don Víctor Montalvo, del “Chino” Liu, de la señora Nina, el hotel Constantinides, la casa de don Julio Pinto, la tienda de Samuel Mazuelos, el Hotel Los Limoneros, y en la esquina con calle Áncash, la casa de los Alayza, que tenía uno de los más bellos balcones de Moquegua.
La Prefectura y la Subprefectura también estaban en esta calle, junto con una dependencia de la Guardia Civil, ahora PNP. Además, estaban la Sociedad de Artesanos Luz y Progreso, la Sociedad de Obreros y Agricultores de Moquegua, la panadería Meza o “Patadón”, y la calle terminaba en el cerro San Bernabé, en el local de “La Cañona”. Al frente había un descampado que servía para estacionar la “góndola” de Pancho Chávez, que hacía el servicio diario a Torata; otro señor hacía el servicio a Carumas y otros pueblos aledaños.
En los números impares, las viviendas constituían un importante pulmón para Moquegua. Corría una acequia que regaba los árboles, huertos y jardines, y a la altura de la cuadra 3 se desviaba hacia los “Aromitos”, que era la antigua entrada de la carretera a la ciudad. No todas las calles, como ahora, llegaban a la avenida Balta; es decir, no existían las calles Libertad, Callao o Amazonas.
En la primera cuadra se recuerdan la familia Rodríguez, las Payasas, la mamá de la señora Anita de Kihien, la familia del “Cholo” Pantos, donde estaba la señora Alejandrina, quien tenía un puesto en la Recoba. En la cuadra 2 estaban “Chamoyas”, “Los Chilenos”, una familia torateña, Nino Torres, quien tuvo el primer patinete o “skateboard” y una bicicleta con dínamo que lucía luminosa en las noches, y unas guapas hermanas, motivadoras de discusiones entre los chicos enamoradizos. Entre estos destacaba la pandilla de los “Chinos Minas”, quienes “eran los dueños del barrio” y no permitían que ni belermos ni pampeños ingresaran a sus dominios.
Hasta la próxima semana con más personajes y anécdotas. Recuerden enriquecer esta nota con sus aportes y comentarios.
