POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
“El que a los veinte años no es de izquierda, no tiene corazón; pero el que a los cincuenta no es de derecha, no tiene cerebro” es una popular frase atribuida a sir Winston Churchill que, pese al paso de los años, cada cierto tiempo cobra vigencia en el debate político latinoamericano.
El pasado 8 de noviembre, Rodrigo Paz asumió los destinos de los bolivianos luego de dos décadas para el olvido del Movimiento Al Socialismo, encabezado por el prófugo en territorio propio Evo Morales y continuado por Luis Arce. Precisamente este último acaba de ingresar a la cárcel por cinco meses, en el marco de una investigación fiscal por corrupción relacionada con fondos para proyectos indígenas cuando se desempeñaba como ministro de Economía en el gobierno de Morales. En su defensa, Arce, victimizándose, acusó al actual Ejecutivo de estar detrás de su detención.
En el mismo hemisferio, hace seis meses, la Corte Suprema argentina ratificó la condena a Cristina Fernández por seis años de prisión, inhabilitándola de manera perpetua para ocupar cargos públicos. La expresidente fue hallada culpable del delito de administración fraudulenta en perjuicio del Estado argentino. Lo anecdótico del caso es que, debido a su edad (72 años), la viuda de Néstor Kirchner goza del beneficio de prisión domiciliaria.
Al norte de nuestro país, Rafael Correa se mantiene prófugo de la justicia ecuatoriana desde 2017, refugiado en Bélgica desde esa fecha y sin posibilidad de extradición. En abril de 2020, Correa fue sentenciado a ocho años de prisión por el delito de cohecho en el denominado caso “Sobornos 2012-2016”.
Colombia, lamentablemente, no podía ser la excepción. Ricardo Bonilla y Luis Fernando Velasco, extitulares de Hacienda y del Interior, respectivamente, fueron aprehendidos de manera preventiva hace una semana, imputados por los delitos de cohecho impropio y peculado por apropiación a favor de terceros. Ambos son señalados de liderar una organización criminal que, entre 2023 y 2024, habría entregado US$ 163 millones a congresistas a cambio de apoyo político al deslucido gobierno de Gustavo Petro.
Por cierto, el exlíder guerrillero, a través de redes sociales, salió presuroso a defender a Bonilla señalando: “Lo conozco desde hace años y sé que es inocente en mi conciencia”.
Estos personajes políticos de la izquierda latinoamericana llegaron a encumbrarse en el poder con frases histriónicas y cargadas de emotividad social, como “justicia para todos”, “abajo el antiimperialismo”, “quitarles a los ricos para darles a los pobres” o “con la revolución todo, contra la revolución nada”, atribuida a Fidel Castro.
Sin embargo, al final del camino, solo lograron sacar de la miseria a ellos mismos y a su entorno más cercano.

