POR: ANGÉLICA ESPINOZA ORTIZ
Cuando tuve el primer trabajo de mi segunda carrera, me dieron mi primer sueldo en efectivo porque no había sistemas bancarios y tampoco billetes grandes. Me pagaron con billetes de 20 mil pesos (aproximadamente 20 soles). Eran tantos billetes que fui a mi habitación —porque en ese entonces vivía en otro país, lejos de mi amado Perú—, los tiré sobre mi cabeza mientras estaba sentada en mi cama y me puse a pensar en que por años había esperado ese momento. Fue una satisfacción hermosa, una sensación que las personas que no valoran ganarse el dinero jamás experimentarán.
Cuando sentí esa alegría, mi mente y mi cuerpo se llenaron de gozo y gratitud. Sabía que ese dinero lo había ganado con mi esfuerzo, con el apoyo de un ser divino, de mi familia y de mí misma. Cuando vivimos agradecidos por todo lo que tenemos, por lo que somos y por quienes nos rodean, nuestra vida se vuelve más saludable. Es en ese momento cuando realmente somos ricos, porque la riqueza no consiste en tenerlo todo, sino en necesitar menos. Una persona no siente que le falta nada cuando agradece lo que tiene, sea poco o mucho, y no vive frustrada pensando en lo que le falta o en lo que no ha conseguido.
He conocido muchas personas con casos similares, pero el ejemplo más claro de lo que menciono es el de una joven que se jactaba de lo que tenía y nunca agradecía nada. Todo lo recibía sin esfuerzo. Vivió con sus padres hasta los 12 años, cuando su padre se fue con otra pareja y dejó a la madre a cargo de ella y su hermana. Su madre las cuidó, protegió y mantuvo sola hasta que la joven cumplió 16 años. Luego, el padre reapareció astutamente y logró que ella y su hermana sacaran a su madre de la casa que les había dado todo. Años después, cuando cumplió 18, la joven volvió a buscar a su madre pidiéndole ayuda, diciéndole que la había abandonado, pero que no pensaba vivir con ella. Utilizó mentiras y manipulación para obtener lo que quería.
Ahora, esa joven sigue haciendo lo que le da la gana. No estudia ni lucha por sus ideales o por tener seguridad en su vida, porque todo lo recibió fácil y nunca aprendió a esforzarse. Este es un reflejo de cómo algunos padres están criando a sus hijos e hijas en una burbuja, donde los hijos creen que los padres son sus empleados, que les deben todo y que pueden hacer lo que quieran. ¡Ayayay! Estamos en serios problemas.
En este fin de año, haz una lista de 5 cosas que quieras lograr en el próximo año y date un regalo por lo que has logrado en este año que se va. Espero que inicies un próspero 2025. Si eres padre, madre o tienes a cargo menores, enséñales a ser agradecidos y responsables. Y si tú aún no lo eres, comienza a serlo. Ese será tu mejor regalo adquirido.