Por: Arnulfo Benavente Díaz
Hace más de una veintena de años, en una casa de un lugar de la ciudad, se citaron varios amigos para ver la ouija que tanto hablaban.
Había dos periodistas, Daniel el filósofo y cuatro más. Un periodista tomó el lugar de médium, otro cortó papeles para escribir el abecedario y también las palabras de “Sí” y “No”. En la mesa se colocó una copa de vidrio volteada.
Un periodista y el filósofo eran incrédulos a estas prácticas extrañas. Se acordó iniciar con un llamado al espíritu de un fallecido.
Todos los presentes tocaron la copa volteada con el dedo índice.
El médium empezó a llamar con voz normal. Otra persona escribía las respuestas cuando la copa se movía por el abecedario letra por letra. El «espíritu» dijo que podía responder cualquier pregunta.
Alguien preguntó si algo malo iba a pasar en América del Sur. Y la respuesta fue, que en el norte de Chile iba a ocurrir un gran terremoto.
Se lanzó la interrogante sobre un ganador de la tercera guerra mundial, la respuesta fue sorprendente: China ganaría esa guerra.
El filósofo Daniel, que había estudiado medicina en Lima, solicitó una explicación sobre una enfermedad y hubo una respuesta incorrecta, según Daniel.
De pronto, alguien tocó la puerta de la casa, se aprovechó ese tiempo para preguntar al «espíritu», que diga el nombre de la persona que estaba tocando la puerta. El «espíritu», respondió con el apodo de esa persona. Se abrió la puerta y efectivamente era un vecino que todos conocían.
Uno preguntó al «espíritu», si podía apagar la luz de la habitación. La expectativa se tornó punzante en esos minutos y no se apagó la luz eléctrica. El grupo mencionó que estaban listos para correr a la calle, si se apagaba la luz.
El filósofo dijo «un momento, den vuelta a los papeles del abecedario». Sólo se miraban papeles en blanco, después de haber volteado.
Varios lanzaron preguntas al «espíritu» y no hubo ninguna respuesta. Luego, el abecedario volvió a lo normal y se llamó a otro «espíritu» y las respuestas fueron diabólicas, fue en ese espacio que finalizaron la práctica esotérica.
En realidad, los investigadores de estos fenómenos concluyen que no hay nada más allá y que es un hecho natural. Asimismo, la ciencia comprueba que es un «efecto ideo motor humano» y que se encuentra de varias formas en las actividades sociales.