POR: EDGARD NORBERTO “BETO” LAJO PAREDES
En la víspera del X CILE (Congreso Internacional de la Lengua Española), realizado en Arequipa, en la calle Santa Catalina, frente al Complejo Cultural de la UNSA, se instalaron stands de exhibición y venta de libros. Uno de ellos llamó mi atención por su título: “Las primeras alcaldesas. Las historias de Dora Madueño y Alicia Cox”, de autoría de Carlos Alonso Bedoya. Había fotos de cinco mujeres, presididas con el subtítulo: “La mujer peruana inicia su función pública en los municipios”. En la parte inferior de la carátula vi el logo del otrora diario aprista La Tribuna. Diario popular para todo el Perú, de fecha 17 de octubre de 1945.
El libro demuestra lo siguiente: Las mujeres peruanas ejercieron, por primera vez, sus derechos de elegir y ser elegidas en las Juntas Municipales Transitorias de 1945.
Las mujeres peruanas desempeñaron, por primera vez, función pública en las municipalidades en 1945.
El autor contradice las narrativas de que: Las mujeres, en el país, ejercieron por primera vez sus derechos a elegir y ser elegidas en 1956. De haber habido elecciones municipales, en el país, recién en 1963.
A este desconocimiento oficial del episodio histórico de las Juntas Municipales Transitorias y de la valiosa participación de las mujeres, el autor lo denomina “deshistorización”. Al respecto, escribe: “La deshistorización de la que habla Pierre Bourdieu en La dominación masculina permite entender el mecanismo que mantiene al margen a las mujeres de la historia de las instituciones más importantes del espacio público, como el Estado” (pág. 70). Agrega: “En esa estructura social, importa más la historia de los hombres; por tal razón, a menudo se pierden o se dejan de lado diarios, poemarios, correspondencia, imágenes y demás documentos que muestran la historia de las mujeres. A veces las propias mujeres destruyen su registro al llegar a la vejez” (pág. 70).
El autor no oculta su sorpresa; más bien la expone. Al respecto, textualmente dice: “Lo que más llamó mi atención fue que ni las elecciones municipales de 1945, ni el sufragio femenino que se dio en estas, ni la elección de las primeras alcaldesas, siendo hechos muy importantes en la historia de la participación política en el Perú, fueron parte de la memoria histórica del país durante décadas… ¿Por qué?” (págs. 70–71). Responde: “Todo apunta a un fenómeno de deshistorización, lo cual me parecía lógico en el caso de la historia de las mujeres, luego de haber estudiado a Joan Scott (1996), Michelle Perrot (2008) y Pierre Bourdieu (2016)”. Categóricamente añade: “Pero también apareció la posibilidad de una deshistorización que respondía al antiaprismo, ya que el hecho de que las mujeres hayan llegado por primera vez a la función pública fue una obra principalmente del APRA. Sobre esto hay evidencia de sobra” (pág. 71).
Cuando no había elecciones municipales para elegir a alcaldes y regidores, se constituían por decreto del gobierno central las Juntas de Notables, y, a dedo, el entonces Ministerio de Gobierno (hoy Ministerio del Interior) designaba a burgomaestres y concejales. Esto cambió en 1945: retornó la democracia, salió elegido presidente de la República el Dr. José Luis Bustamante y Rivero, y triunfó con holgura en las elecciones el Frente Democrático Nacional, cuyo principal integrante fue el Partido Aprista Peruano, con el nombre de Partido del Pueblo.
En el Congreso de la República promovieron la aprobación de la Ley N.º 10233, que “reguló un proceso electoral indirecto y de dos grados, donde se practicó el primer sufragio femenino para establecer Juntas Municipales Transitorias en reemplazo de las Juntas de Notables” (pág. 168), “mediante Asambleas Electorales Departamentales bajo el criterio de democracia funcional, donde se convocaba a diversos cuerpos de la sociedad para elegir a las y los concejales de las provincias y distritos (primer grado de la elección) y, una vez instaladas las juntas, en su interior, nuevamente una elección con voto secreto para elegir los cargos de alcalde, teniente alcalde, síndicos e inspectores (segundo grado de la elección)” (pág. 169).
Hay que reescribir la historia política del Perú, por el inalienable derecho a la verdad histórica.

