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22 octubre, 2024 6:34 pm

La identidad peruana

De algo sí estoy seguro: no basta la diversidad para salir adelante. Menos creo que algún presidente, por más honesto y preparado que sea, cambiará al Perú. 

ABOG. JESÚS MACEDO GONZALES

En estos días de nuestro aniversario patrio, los invito a reflexionar sobre elementos claves por Fiestas Patrias: la diversidad en nuestra identidad y la independencia del Perú. De paso, nos preguntamos cuánto hemos mejorado en estos dos aspectos.

Cuando vivía en Washington, capital de Estados Unidos, en el 2015 y estaba mejorando mi inglés en el Virginia Tech Institute, el encargado de relaciones internacionales me solicitó bailar una danza peruana en la ceremonia de clausura. En ese momento me pregunté: ¿cuál es la danza que representa a los peruanos? Si digo el huayno, solo es representativo de la sierra; si digo la cumbia, solo de la selva; si digo la marinera, peor aún, porque hay marinera norteña y hasta arequipeña.

Pero el problema no pasaba solamente por determinar qué baile nos representa, ya que tenemos una diversidad de bailes, sino por conseguir en Washington una pareja que baile conmigo alguna danza peruana. Puse mi anuncio en Facebook en la comunidad de peruanos en Estados Unidos: ¿alguien quiere bailar conmigo una danza peruana para una presentación? Para suerte mía, tuve dos propuestas: una señorita que bailaba el “wititi” y otra el carnaval arequipeño. Al final bailé el carnaval arequipeño, pero, aunque es hermoso bailarlo, no pude decir a los gringos que el carnaval arequipeño representa al Perú; solo dije que es un bonito lugar en Arequipa y conté las bondades de esta ciudad.

Ahora que tengo 49 años y me preguntan de dónde soy, les digo que soy 23 años arequipeño, 8 años limeño, 2 años ileño, 3 años estadounidense y 13 años moqueguano. Como ven, mi identidad en este momento de mi historia ha sido enriquecida con los lugares donde viví y su diversidad, y soy producto de la migración interna de nuestro país.

El detalle es que reconocer la diversidad no implica solo decirla, sino también vivirla. Eso significa al menos tener la oportunidad de conocer otros hermosos lugares de nuestro país y, mejor aún, vivir en esos pedacitos de Perú para valorarlos. Quien no ha viajado fuera de su ciudad necesita enriquecer su identidad conociendo el Perú.

Por otro lado, la independencia del Perú del 28 de julio de 1821 solamente fue una independencia para una minoría: los criollos; es decir, los hijos de españoles nacidos en Perú. Las grandes mayorías seguían oprimidas, marginadas y dominadas por estos criollos. La diversidad que hoy valoramos no existía. No obstante, todavía tenemos el desafío de seguir reconociendo que hablamos diversos idiomas, que tenemos diversas danzas y formas distintas de pensar, y de eliminar la exclusión y discriminaciones para aceptar la diversidad como nuestra riqueza.

Es decir, habría que incluir en el Escudo del Perú otros elementos que no sean solo la cornucopia, el árbol de la quina o la vicuña, porque estos elementos están depredados, en extinción o ya son históricos, o peor aún, no reconocen la diversidad de nuestra patria.

Entonces, producto de esa diversidad, tenemos derecho a celebrar bailando un carnaval, un huayno, una marinera o una cumbia de la selva y a saborear una pachamanca, un pollo a la brasa, un caucau o un rocoto relleno, pero hacerlo no solo entre moqueguanos, sino también con arequipeños, puneños, cuzqueños y todas las formas de ser peruanos.

De algo sí estoy seguro: no basta la diversidad para salir adelante. Menos creo que algún presidente, por más honesto y preparado que sea, cambiará al Perú. Este Perú lo hacemos todos cada día con nuestra honestidad, nuestro trabajo, nuestra solidaridad hacia quienes lo necesitan, y desde el colegio, la universidad, el trabajo, la familia o el Estado. En ese sentido, sigo creyendo en este hermoso y lindo país, porque lo construimos o destruimos todos y todas.

Análisis & Opinión