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22 noviembre, 2024 12:36 pm

La historia detrás de la aceituna más grande del Perú

Por: Edwin Adriazola Flores

eadriazola@yahoo.com

El domingo 23 de setiembre, y por otro año consecutivo, Aurora Herrera ganó el concurso de la aceituna de mayor tamaño y de mayor peso en el Festival del Olivo organizado por la municipalidad distrital de El Algarrobal. El tamaño de esta ya famosa aceituna cosechada en el fundo Osmore alcanzó los 4,8 centímetros, lo que motivó a Giafranco Vargas (investigador en la Universidad del Pacífico, consultor especializado en el Spanish Olive Technology y uno de los que mejor conoce el tema el olivo en el Perú) a afirmar que era sin lugar a dudas la aceituna más grande del Perú. Y la de más peso hay que decirlo, pues cinco de estos ejemplares pesaron 103 gramos.

Este logro no es casualidad sino fruto del esfuerzo y cariño que Aurora y su hermana Marlene han puesto en el tricentenario fundo Osmore que pertenece a la familia Herrera por más de ocho generaciones. Esfuerzo que tiene que lidiar con condiciones adversas que hubieran rendido a mucha gente. Y son estas circunstancias las que hacen que este logro sea mucho más meritorio.

El 2015 el ingreso torrentoso del río Osmore arrasó con cerca de 1200 plantones de casi dos años de crecimiento y volvió pedregal cerca de seis hectáreas. Y eso no las detuvo. Todos los años el mismo río destruye la trocha que conecta Algarrobal con Osmore y que hay que acondicionarla anualmente incluso a fuerza de brazos ante la falta de maquinaria y de una buena conexión pese a las promesas incumplidas de alcaldes y gobernadores regionales. Y eso no las detuvo.

Todos los años se debe hacer carretera nueva por sobre el río, improvisando pequeños puentes, limpiando el recorrido de piedras, macheteando matorrales, exponiendo los vehículos y demorando casi tres horas cuando una vía bien construida reduciría el tiempo a no más de 40 minutos. Y todo a costo personal, con escaso apoyo de interesados y de las autoridades competentes.

En los meses de crecida del río, cuando las aguas hacen imposible el ingreso por su cauce, se debe trepar el cerro Chololo por un sendero que costó mucho esfuerzo para luego bajar una cumbre empinada cuyo descenso riesgoso demora una hora y su retorno casi dos horas y media. Y antes de esto, hasta hace unos tres años, el recorrido debía hacerse a pie desde la carretera panamericana demorando casi tres horas, cargando materiales, insumos agrícolas y víveres.

Y en los meses de cosecha, cuando los olivos se doblan por lo cargado de sus ramas con este fruto bendito, la escasa mano de obra disponible hace más grande el esfuerzo, más difícil el acopio, más cara a raima y más alto el riesgo de perder la cosecha.

He sido testigo de excepción del esfuerzo que Aurora Herrera y sus hermanos han puesto en el fundo Osmore. He visto con qué cariño trabajan la tierra, abonan los añosos olivos; con qué dedicación están al tanto de todo el proceso que va de rama a raima, cuánto les ha costado erradicar todo rastro de plaga cuanto les cuesta hacer defensa ribereña para que el rio no usurpe su esfuerzo.  Soy testigo de cómo estas situaciones adversas jamás los derrotaron. Muy por el contario. Fue el estímulo para nunca ceder. Dicen que el hombre inteligente se impone a la naturaleza sin recurrir a procedimientos traumáticos. Si debo poner un ejemplo, Osmore es el que mejor se me viene a la cabeza.

Pero también soy testigo de lo consciente que están de la aceituna que tienen, que es de Ilo, que es un patrimonio que no debe perderse, que desde hace más de trescientos años han logrado encontrar el procedimiento que le ha dado a la aceituna de Osmore el sabor, la textura y el color que solo tiene la aceituna de Ilo.

En los casi diez años que conozco a la familia Herrera no han hecho sino cimentar la fama que de por si tiene la aceituna de Ilo y cuyo conocimiento heredaron de sus padres. Tener la mejor aceituna y la más grande del Perú debe ser para ellos el justo premio a este esfuerzo demostrado en la adversidad.

No esperan más. Ya esperaron y fue en vano. Nunca hubo carretera permanente, nunca hay maquinaria disponible, difícilmente llega el apoyo del Estado y cuando llega a veces es a destiempo; y hasta les negaron una casa prefabricada cuando el terremoto del 2001 tiró abajo parte de la propiedad que tienen en Osmore.

A veces los mejores logros son los que se consiguen con esfuerzo y dedicación. El logro de Aurora Herrera es eso: esfuerzo y dedicación. Detrás de la aceituna más grande hay una historia que deberían conocer muchos. Quizá así quienes deberían hacerlo comiencen a mirar más allá de la toma de la EPS Ilo y apoyen este esfuerzo que lo único que consigue es acrecentar el orgullo de los ileños y conservar una tradición que le ha dado fama al valle de Ilo.

Análisis & Opinión