POR: JORGE ACOSTA ZEVALLOS (ECONOMISTA DEL CEM)
Se anuncia por voz de expertos, agricultores con productividad y algunos sensacionalistas políticos son propósitos soterrados que estaremos en los próximos meses en el inicio de la hambruna en nuestro país, es decir padeceremos de hambre por la falta de alimentos.
La palabra hambruna no la escuchaba hace muchos años atrás, la recuerdo cuando mi madre y abuela para motivarnos a comer de muy pequeños nos decían “coman hijitos porque se viene la hambruna y no tendrás que comer”.
Al margen de los anuncios y la anécdota si es cierto que estamos ante una serie amenaza que nos afectará por la razón que la mitad de los agricultores utilizan fertilizantes en sus sembríos y sobre todo en aquellos que son de grandes extensiones y alta productividad.
La explicación del uso de este insumo es que eleva la productividad de los sembríos según sea la zona eco geográfica, los productos y por supuesto la dimensión del área agrícola. El Instituto Peruano de Economía (IPE) para demostrar la importancia del fertilizante nos pone el ejemplo que un área donde se siembra arroz y usan fertilizantes su productividad es de siete toneladas por hectárea en promedio. Igual o más ocurre con otros productos agrícolas.
Y lamentablemente, somos grandes importadores de fertilizantes, lo que tenemos o producimos es muy muy poco para atender la demanda nacional. Y son los países de Ucrania y Rusia los que eran nuestros grandes proveedores de este insumo, según IPE el 84% de importación provenía de esos países.
Esta gran despensa al estar obstruida por la guerra, ha dirigido la demanda a otros países y como consecuencia la elevación de su pecio y el acaparamiento de este producto por los países más poderosos.
La escasez de este insumo, se vaticina, será el próximo capítulo. Bloomberg Línea señala que la carencia de fertilizantes es cada vez más aguda en el mundo y que la seguridad alimentaria sera la próxima amenaza global y especial en el Perú.
Agrega que en el caso de la urea que es el principal insumo que se usa en nuestro país ya tiene una gran brecha que es de 180 mil toneladas y que pone en riesgo la campaña agrícola que se iniciara en agosto. Adicionan que es urgente proveernos de por lo menos 200 a 300 mil toneladas para atender la agricultura de arroz, maíz, papas y otros de producción masiva de los 500 mil agricultores que lo requieren.
La dependencia de importar fertilizantes y precisamente de Rusia, Ucrania y Bielorrusia nos afecta doblemente. Como vemos en el grafico la producción de maíz en sus dos formas, arroz, tomate, zanahoria, cebolla y papa se redujeron en la primera temporada agrícola y principalmente en arroz, maíz amarillo duro que son los más fuertes en producción y consumo. El presagio de la segunda temporada agrícola de agosto es totalmente pesimista y sísmica sino se toman las medidas drásticas y urgentes.
No somos productores de fertilizantes pudiendo haberlo sido, Bolivia con una política estatal de utilizar el gas para crear fertilizantes lo tiene y se sobrepone a este fenómeno. Somos uno de los pocos países que no tienen plantas fertilizantes, el guano de isla es muy pequeño para la gran demanda y recién tratamos de promover los fertilizantes naturales.
La lógica deductiva se impone, si no podemos importar y producir fertilizantes en el corto plazo, la producción agrícola bajara drásticamente, escasearán los productos agrícolas, subirán los precios y el hambre de la población se expandirá por el territorio nacional. El panorama es sombrío y lo más extremo en nuestro país es que todavía no salimos de la crisis pos pandemia, y encima le agregamos la ceguera de los políticos más preocupados por bajarse ministros o cerrar el congreso que preocuparse por generar alternativas ante la próxima carencia de fertilizantes.
Sim embargo, los expertos, han señalado que soluciones hay y que se necesita urgente asegurar en el mercado internacional la compra hoy de los fertilizantes para asegurar la producción alimentaria de la segunda temporada, que ya no debemos depender de los fertilizantes importados y por lo pronto incrementar los fertilizantes orgánicos, crear los denominados pollinazos y gallinazas, convertir el estiércol en fertilizante nitrogenado, cambiar los hábitos alimenticios dejando de depender del consumo de pollo, trigo y arroz demandando nuestros productos tradicionales.
En el sur del país tenemos maíz, quinua, tomate, camote, papa andina, espinacas, pescado fresco etc. y podríamos sobrepasar la dificultad. En el mediano plazo convertir el gas de Camisea en insumo de la planta de fertilizantes. Básico es que todos nos pongamos de acuerdo en que hacer y no dejarnos llevar de las narices por aquellos políticos que representan intereses particulares y no los nuestros.
