POR CÉSAR CARO JIMÉNEZ
¿Se puede “gobernar” con eficacia un país, una región, una provincia o un distrito sin conocerlo o teniendo mínimas nociones de economía, política y sin tener una ruta definida de desarrollo que tenga visión del futuro y propugne honestidad plena?
La pregunta y la respuesta si consideramos las experiencias vividas en los últimos lustros son ociosas. ¡Claro que, si se puede “gobernar”, si consideramos dicho término tan solo como estar al “mando” o ser “autoridad”! ¿Acaso no lo hacen casi todos los políticos electos, a los cuales no se les puede negar su sagacidad y éxito para “llegar” porque saben cómo manipular la opinión pública y cómo montar o administrar una máquina electoral? Pero esto no es lo mismo que estar bien informado o saber los “misterios” de la economía, la cultura o la salud de un pueblo o tener alguna idea sobre lo que puede y debe hacerse para construir un equilibrio social.
Por ello observamos que usualmente a lo largo y ancho de este país, al cual quizás le cae al dedillo la definición que alguna vez el inefable Piérola expresó: “comarca de desconcertada gente”, se peca tanto de neofobia que es el miedo a lo nuevo, como de excelsofobia (un neologismo) que significa temor a la excelencia. Y al parecer en el caso del Perú y nuestra región se padece de ambas a la vez, dado que se prefiere lo mediocre a lo bueno, y lo bueno a lo mejor tal y como lo podemos observar –¿y sufrir–, en la llamada “sabiduría popular” que señala que lo malo conocido es preferible a lo bueno por conocer, que la rutina es preferible a la aventura, etcétera.
Y podría decirse que la neofobia y la excelsofobia se han institucionalizado en casi todos los ámbitos e instituciones de nuestra región los que sancionan la curiosidad, el amor a la novedad y/o la verdad y a la disidencia sometiendo a todos aquellos que se atreven a querer poner en escena temas controversiales al silencio o soledad.
Pero eso sí, se vive el presente y el futuro anclados en el pasado: por ello la burocracia y casi todas las instituciones se despabilan año tras año celebrando casi cotidianamente fechas como el día de la madre, el padre, el estudiante, el campesino, etcétera o haciendo romerías y programas en recuerdo al nacimiento y muerte de nuestros adalides en el campo de la historia, la política, la literatura y otras tantas, pero eso sí, cuidándose de ocultar las observaciones conflictivas de los mismos a nuestra sociedad, quedándonos en el discurso obviando el tratar de hacer realidad lo que ellos soñaron, como sucede en el caso de quizás nuestra máxima figura, el Mariscal Domingo Nieto del cual existen innumerables y valiosos escritos ceñidos la mayor parte a su obra histórica, pero no su proyección y ejemplo tanto al presente como al futuro.
¡Y mirar y vivir tan solo en el pasado y en la anécdota liviana del quehacer diario es otra forma de corrupción en la que están cayendo muchos personajes de los medios de comunicación, nuestras entidades e instituciones políticas y los aspirantes a cargos públicos que poco o nada saben de la problemática!
Por ello desde hace tiempo vemos que hacen la vista gorda o actúan como los monos que se tapan los ojos, oídos y boca para “no hacerse problemas” ante la corrupción, poca información o incapacidad manifiesta en entidades y/u obras como por ejemplo en la irrigación de las Lomas de Ilo, el archivamiento del proyecto denominado “Corredor Ferroviario Bioceánico Central”, la nula gestión económica, social y política del Gore, el problema que se dará a la vuelta de la esquina por la posible desaparición de la Universidad José Carlos Mariátegui, los alcances y situación del Fondo de Desarrollo Quellaveco y un largo etcétera.
Ahora bien: ¿qué pasa cuando no hay investigaciones, análisis y miradas críticas por parte de las instituciones claves en las sociedades exitosas, como son los colegios profesionales, la prensa en todos sus niveles, sus instituciones de control, los movimientos políticos y aspirantes a ser autoridades de parte de los mismos?
Pues bien: nada pasa, la sociedad se estanca. O peor aún, da carta libre a la corrupción en tanto decae en relación con otras sociedades abiertas a ideas y prácticas nuevas. Casos para analizar y aprender: México y Canadá, ambos países colindantes con EE.UU., pero con resultados marcadamente diferentes.
Por ello, en los próximos artículos trataré de escribir sobre los temas enunciados procurando ser fiel al primer rol que deben cumplir aquellos que como en mi caso tenemos el privilegio de escribir y publicar, que es buscar la verdad. El segundo es difundirla. Es decir, investigar e informar. Y si no se investiga auténticamente y si lo que se informa son pavadas, entonces no somos intelectuales, sino farsantes como una gran mayoría de los cuales se puede decir con Sartre: “¡Cuántas tonterías! Es que se lee de prisa, mal, y que se juzga antes de haber comprendido”.