POR MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA
DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES
Hace poco hemos leído una publicación que hiciera el doctor Carlos Radicati Conde de Primeglio, que tituló Los incas del Perú, aparecida en español, inglés, francés e italiano, que en una magnífica redacción nos acercan al imperio de los incas a través de sus gobernantes.
En el estudio hecho por el Conde de Primeglio, nos encontramos con una historia nada idílica, que manifiesta la presencia de conflictos y otros procesos sociales contradictorios, que no podían ser ajenos a los incas, donde las apetencias por la captura del poder deben haber sido muy manifiestas.
Sin lugar a dudas es un trabajo que ha sido superado por otras publicaciones, que como consecuencia de nuevas investigaciones han ahondado en el periplo vital de cada soberano inca, como hay otros que lo han hecho con soberanos de otras partes del Perú, porque en todo lado hubo quienes ejercían el poder, mandando sobre los otros, que no tenían más salida que dejar que otros ejercieran la capacidad de controlar sus conductas, obligándoles a hacer, aun lo que no querían.
En el libro no aparece el año de edición, y no hemos podido determinar cuando ingresó a la imprenta, lo que no nos impide reconocer este valioso trabajo sobre los incas, que pretendió decir a los hablantes de cuatro idiomas, lo que era el Perú, mientras se fortalecía en el interior del Perú, y en el exterior, la figura de los incas, y del yacimiento arqueológico de Machu Picchu.
Son 14 incas los biografiados, desde Manco Cápac, hasta Atahualpa, cada uno con sus acciones, y sus consortes, y panacas imperiales, así como con el detalle de las obras realizadas, que el autor recogió desde diferentes fuentes, porque era un gran investigador, no solo de quipus y de quilcas, también fue un gran apasionado del pasado peruano, nacionalidad que adquirió tempranamente, después que toda su familia emigró desde Italia, hasta el Perú.
Radicati asocia el origen del imperio siguiendo la propuesta del Inca Garcilaso de la Vega, comienza con Maco Cápac, el semidiós, fundador de la dinastía incaica, a quien ubica viviendo en Pacaritambo, narrando la sucesiva desaparición de sus hermanos, con quienes compartía el poder, hasta llegar al Cusco. Manco Cápac dominó a los Huallas, y se quedó para siempre en las tierras donde comenzó una nueva historia en el Perú prehispánico.
Los detalles que presenta el autor del libro, fallecido de 75 años en Lima, en febrero de 1990, son muy interesantes, que, si los contrastamos con la información de otras fuentes impresas, sirven para ampliar, o para corroborar lo ya conocido. Radicati señala que el avance de las primeras conquistas, se deben a Lloque Yupanqui, el tercer soberano, quien sometió parte del altiplano, con violencia, y en otros casos, después de un trabajo persuasivo.
LA CONQUISTA DE MOQUEGUA
En el libro se detalla el periplo vital de Mayta Cápac, o Maita Cápac, conquistador de Moquegua, quien fue hijo de Lloque Yupanqui y de Mama Huaco, a Mayta Cápac se le consideraría como un semidiós, tipo Hércules. Alrededor de su nacimiento hay leyendas parecidas a las del griego mencionado. Se presume que el futuro inca fue el resultado de un parto prematuro, y pese a eso nació tan robusto y fuerte, causando la admiración de quienes estaban muy cerca de él, mientras crecía.
Su fuerza física se exteriorizaba desde que era niño, en sus tempranos juegos infantiles, e incluso en una oportunidad rompió la pierna de uno de los hijos de las panacas de los incas de privilegio, generándose las protestas del progenitor del herido, e incluso hubo un intento de asesinato.
Ya siendo soberano, como también lo detalla el Inca Garcilaso de la Vega, Mayta Cápac emprende la conquista de Moquegua, tras someter a los pueblos aledaños al desaguadero. Es de imaginarse el enfrentamiento conociendo detalles de guerra practicados por ambos pueblos.
Radicati amplía la información que se tiene sobre los moqueguanos como hábiles y feroces guerreros, que, entre sus estrategias de batalla, estaba el uso de dardos con puntas envenenadas, que paralizaban el cuerpo de los contrincantes, hasta causarles la muerte.
La lucha fue feroz, ambos bandos lucharon encarnizadamente, los moqueguanos defendieron su libertad, y a los incas los empujaba el afán imperial de conquista, y sometimiento a los menos poderosos, que solo en número reducido aceptaron la sumisión voluntaria.
Derrotados los moqueguanos, vino el castigo por parte de los vencedores, no fueron pocos los derrotados que fueron condenados a una muerte atroz, de ser quemados vivos, era una política represiva de los incas, y ya nada detendría su ansiedad de conquista.
Moquegua tiene historia, una grande historia que ubica a la región como un espacio en el que se han protagonizado páginas gloriosas en el país. Indudablemente que los incas conquistadores de esas tierras, ocupan una página en ese pasado envidiable, pero no fueron los primeros, que intentaban dominar a los moqueguanos, que ya en el pasado se habían enfrentado a otros pueblos.