POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)
La poesía a la bandera de Enrique López Albújar, hace vibrar con emoción intensa a los peruanos, al sentir desde sus entrañas, que la patria les recuerda a través de la poesía, que son suyos los colores blanco y rojo como la sangre que llevan, y como el níveo brillo de las nieves de los andes, donde las montañas se elevan cual vigías eternos, recordándoles, que, como ellos, hay que estar vigilantes por la patria. Y es tan cierto eso de que nuestra bandera, “es más grande y más soberbia, cuando más del suelo se alza”.
José de San Martín, el arquetipo de la libertad e independencia americana, fue el creador de la bandera, el 21 de octubre de 1820, hace 201 años, producto de un sueño, como lo imagina Abraham Valdelomar; o lo fue producto de la meditación y comparación con el pasado patrio, lo cierto es que el gran argentino, respetuoso de la tierra en la que iba a protagonizar la última gran página militar de su vida, consideró que no podía flamear otra bandera, que no fuese una que representará al renaciente Estado, y no la que había traído el Ejército Libertador, ni la española.
Todos los pueblos tienen su bandera, existen representando a las naciones, porque flamean en todos los rincones de cada país, en cada espacio nacional la bandera tiene un significado, y aunque hoy se ha hecho una costumbre de tener una bandera por cada pueblo peruano, la que se tiene engarzada en la memoria colectiva, es la blanca y roja, que amamos desde la cuna.
Abraham Valdelomar también nos emociona con su “Oración a la Bandera”, nos la rememora, como hija de San Martín, nieta de Manco Cápac y madre de Grau y Bolognesi, en una bella expresión que se hunde a las raíces de la patria a través de la bandera, y nos traslada a escenarios, donde el mismo San Martín, creador de la bandera peruana, dejó sus huellas.
La bandera es un símbolo patrio del Perú, cuyas formas han ido variando con los tiempos, sin variar los colores, que fueron tomados del diseño de San Martín, y de las modificaciones mandadas por Torre Tagle, y Simón Bolívar, aunque se tejen una serie de tradiciones sobre el origen de los colores, no sabemos aún, a que de debió realmente la elección que de ellos hizo el general San Martín, como se puede verificar, en el decreto que dio el 21 de octubre de 1820.
Si nos detenemos a leer el Decreto del 21 de octubre de 1821, en la descripción, nos encontraremos con la figura del país de los incas, y con el hombre que respetó y valoró lo nuestro, al crear una bandera que sintetizara en su forma, el lazo que ataba y ata a los peruanos con su pasado y con su naturaleza, con ese escenario geográfico, donde los andes y el mar son figuras centrales, junto al verde de la selva y al sol que con sus rayos brilla sobre los arenales y sobre el Perú entero.
Nuestra bandera ha pasado por varios diseños, tuvo su primera modificación durante el gobierno del marqués de Torre Tagle, quien reemplazó interinamente a San Martín disponiendo en marzo de 1822 una nueva composición de la bandera, en la que establecía una franja blanca transversal encamada entre dos de color rojo de la misma anchura, con un sol rojo en el centro. Poco después, por el parecido al pabellón español, se oficializó, desde el 31 de mayo de 1822, que las bandas fueran verticales, como las tiene la bandera, hasta hoy.
