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8 julio, 2025 5:09 pm

Juan Vélez de Córdova

Su sacrificio se perdió en el olvido, como su nombre. Se borraron sus rastros de los archivos locales. Sus descendientes no llevaron el apellido Vélez de Córdova, como correspondía; simplemente lo abreviaron a Vélez, que hasta hoy se conserva en nuestra ciudad.

POR: GUSTAVO VALCÁRCEL SALAS

Juan Vélez de Córdova Salgado y Araujo nació en la villa de Moquegua en 1682 en el seno de una familia de rancio abolengo que hundía sus raíces en los primeros años de la colonia. Era de origen mestizo, tenía entre sus ascendientes princesas incas por ambas ramas, paterna y materna, que lucía con orgullo.

Desde muy joven dio muestras de una inclinación a la rebeldía. Así lo hizo cuando decide llevar adelante su matrimonio a pesar de la inicial oposición de sus padres. Contrariedad que después el amor filial logró superar.

Por su rango social ocupó destacados cargos en la villa de Moquegua. Fue alcalde de la Santa Hermandad, también se desempeñó como alcalde ordinario. Ejerciendo este cargo, recogiendo el malestar de la población, no vaciló en liderar la protesta del Cabildo enfrentándose al obispo, la máxima autoridad religiosa, que abusivamente pretendía llevarse la fundación del monasterio Santa Rosa a la ciudad de Arequipa, contraviniendo los deseos de los fundadores para que se hiciera en Moquegua.

Abusos y contrariedades que eran mayores y frecuentes en todos los confines del virreinato. Es lo que ocurría con el contrabando, ejercido impunemente por funcionarios de todo rango. El marqués de Castelldosríus, virrey del Perú (1707-1709), fue destituido por practicar este comercio ilícito. Se hacía el contrabando a tal punto que parecía natural hacerlo sin castigo alguno. Las cercanas playas de Ilo eran puerta abierta para su práctica.

Juan Vélez de Córdova cayó en la tentación. Descubierto, es denunciado; lo procesan; fue destituido y sus bienes confiscados. Pasó por una situación apremiante, que lo llevó a ver la realidad de otra manera.

Era conocido que con la misma impunidad con la que se practicaba el contrabando, desde los primeros tiempos se abusaba de los cargos políticos abiertamente y con descaro.

Eran continuos los memoriales e informes que recibía el rey donde le informaban con crudeza los excesos y abusos en que incurrían las autoridades, desde virreyes, pasando por oidores, corregidores, curas, que se enriquecían explotando a los naturales impunemente.

El virrey conde de Lemos informa con dureza: “Yo descargo mi conciencia en afirmar a vuestra majestad, que no es plata lo que se lleva a España, sino sudor y sangre de indios”. La explotación era mayor en los centros mineros, como en Potosí, con el yacimiento de plata más grande del planeta. Moquegua tenía una especial vinculación con esta zona, principal mercado de sus vinos y aguardientes.

Poco después de enviudar Juan Vélez de Córdova se traslada al sur. En 1738 es designado por el corregidor de Arica comisionado para hacer justicia a los indios que tenían problemas con las aguas de regadío. Aquí entra en contacto más directo con la masa indígena y sus problemas; mayor sería su relación con el Alto Perú. Palpa una cruda realidad que le motiva un cambio de conciencia y actitud.

Prepara un movimiento con dos años de antelación. Hace circular un Manifiesto, lúcido documento en el que se reiteran los conceptos de explotación que padecía la masa indígena, y su deseo de terminar con ello. Traicionado aborta la conjura, fue ejecutado el 7 de julio de 1739. Fue precursor del movimiento que lideró Túpac Amaru cuarenta años después.

Su sacrificio se perdió en el olvido, como su nombre. Se borraron sus rastros de los archivos locales. Sus descendientes no llevaron el apellido Vélez de Córdova, como correspondía; simplemente lo abreviaron a Vélez, que hasta hoy se conserva en nuestra ciudad.

El rescate de su memoria lo inicia nuestro historiador Luis Kuon Cabello. Nuevas investigaciones se han desarrollado, amplían la importancia de su conjura. Trabajos publicados en Oruro y en los últimos años en nuestro país, nos permiten tener una idea más cabal de la importancia de nuestro paisano. Juan Vélez de Córdova merece un reconocimiento mayor. La ley que lo declara prócer incurre en el desliz de señalar el 6 de julio como el de su sacrificio, reiteramos que fue el 7.

Por nuestra parte tenemos preparado un aporte biográfico del personaje, del que poco se conoce, trabajado en su mayor parte en nuestro archivo regional. Muy pronto esperamos darlo a conocer.

Análisis & Opinión