POR DR. ABG. JAIME CALLALLA MAMANI
Jordi Nieva-Fenoll, catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Barcelona, es uno de los autores hispanoamericanos más influyentes en el estudio de la Inteligencia Artificial (IA) aplicada a la justicia. En su última obra Inteligencia Artificial y Proceso Judicial y en múltiples intervenciones públicas, sostiene posiciones críticas, prudentes y altamente fundamentadas sobre el alcance real de esta tecnología.
Él dice que la IA es una herramienta poderosa para automatizar tareas rutinarias y asistir en la gestión de datos, pero no puede sustituir la función jurisdiccional ni el razonamiento judicial, al menos mientras el Derecho no supere su actual déficit científico.
¿Qué es realmente la Inteligencia Artificial? Para Nieva, la IA es esencialmente una gran base de datos procesada mediante algoritmos que relacionan datos entre sí para producir salidas automáticas prediseñadas. La IA no piensa, no aprende, no siente, y el machine learning no implica aprendizaje real, sino ajustes paramétricos. Las emociones humanas y el aprendizaje humano son fenómenos biológicos y experienciales que ninguna máquina puede experimentar, solo imitar superficialmente.
La ilusión de agencia y la “apariencia de humanidad”
La IA puede simular voces, tonos, reacciones y estructuras lingüísticas que generan la impresión de razonamiento humano, pero ello no supone creatividad, no supone introspección y no supone toma de decisiones autónoma. Cualquier idea de máquinas “pensantes” pertenece a la ciencia ficción o a estrategias de marketing.
Los usos de la IA en la justicia se pueden dar en dos niveles esenciales. Nieva distingue claramente dos usos de la IA:
- IA para tramitación y gestión de datos (uso fuerte y altamente útil), que incluye la búsqueda de jurisprudencia, clasificación automática de documentos, detección de patrones repetitivos en resoluciones, generación de escritos estandarizados, automatización de monitorios, ejecutivos y reclamos de escasa complejidad.
Este es, según Nieva, el uso más sólido, eficaz y ya disponible. Se trata menos de IA en sentido estricto y más de automatización inteligente.
- IA para enjuiciamiento o valoración judicial (uso débil y problemático), que implicaría interpretar hechos, valorar pruebas, decidir sobre medidas cautelares, determinar responsabilidad, graduar penas o sanciones.
Nieva sostiene que este uso se encuentra fuera del alcance actual de la IA por razones epistemológicas, jurídicas y éticas.
La resistencia de la justicia a la automatización y el déficit histórico de datos
A diferencia de ciencias como la física o la biología, donde existen bases de datos masivas, el Derecho no ha recopilado datos empíricos de modo sistemático. No existen series históricas que expliquen cómo decide realmente un juez. Tampoco existen bases robustas de correlaciones entre hechos y desenlaces.
Por tanto: “La justicia sigue funcionando más cerca de la teología que de la biología.”
La consecuencia es clara: sin datos, no hay IA fiable para decidir sobre hechos jurídicamente relevantes.

