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12 mayo, 2025 2:18 am

Homenaje al Día de la Madre

Por: Enrique Rivera Salas (Periodista Colegiado)

He querido iniciar este homenaje diciendo que fue una idea luminosa imperada en la abnegación, el amor y la ternura, la que hizo que se consagrara el segundo domingo de mayo de cada año para venerar a ese símbolo sagrado de entrega y sacrificio: la madre. Ese amor que precede a la cuna, ese amor que trasciende más allá de la tumba. Solo un sentimiento humano puede describirse con esta palabra: el amor de una madre.

Ni razas, ni credos, ni latitudes, ni costumbres, la deforman, ni sacrificios, ni ingratitudes la quebrantan, es por lo mismo, la verdad más sólida en el alma humana.

Y esta verdad, ternura que nos rodea de cuidados en nuestros indefensos días de infancia; si no que nos guía sin titubear nunca en los inciertos pasos a través de la adolescencia y es sagrado sostén moral de nuestra madurez.

Nuestro homenaje a la viejita de cabellos blancos; aquella que todo lo da, sin esperar nada y que este homenaje sea un mensaje de amor para glorificar al amor que empieza en las entrañas para no terminar nunca. Ojalá llegáramos a valorar la inmensa bondad, su dulzura, su cariño hacia nosotros, su inmarcesible amor.

Rindamos homenaje en este memorable día con la veneración que ellas, vivas o muertas, se merecen mucho más.

Madre adorada, ungida de inmenso respeto, aunque a muchos has dejado sumergido en el mayor dolor y partida a la eternidad y para todas las madres presentes de Mollendo, de la provincia de Islay, de las regiones del país y del mundo, os dedico este pequeño homenaje con el poema titulado “Hay una Mujer” cuyo autor es Ramón Ángel Jara, obispo chileno y canónico argentino, que, si leen con sentimiento, con toda seguridad le harán brotar lágrimas. ¡Feliz día mamá!


Hay una mujer

Autor: Ramón Ángel Jara

 

Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor,

y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados;

una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana,

y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud;

 

una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio,

y si es instruida, se acomoda a la simplicidad de los niños;

una mujer que, siendo pobre, se satisface con la felicidad de los que ama,

y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud;

 

una mujer que siendo vigorosa se estremece con el vagido de un niño,

y siendo débil, se reviste a veces con la bravura del león;

una mujer que mientras vive no la sabemos estimar,

porque a su lado todos los dolores se olvidan,

pero después de muerta, daríamos todo lo que somos

y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un solo instante,

por recibir de ella un sólo abrazo,

por escuchar un sólo acento de sus labios…

 

De esa mujer no me exijáis el nombre si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum,

porque ya la vi pasar en mi camino.

 

Cuando crezcan vuestros hijos leedles esta página,

y ellos, cubriendo de besos vuestra frente,

os dirán que un humilde viajero en pago del suntuoso hospedaje recibido,

ha dejado aquí, para vos y para ellos, un boceto del retrato de su madre.

Análisis & Opinión