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24 noviembre, 2024 1:14 am

¿Hay que matar a Pedro Castillo?

POR:  CELSO VERA SUÁREZ (LICENCIADO EN EDUCACIÓN)    

No, no se trata de una broma de mal gusto lanzada en algún círculo de la politiquería criolla peruana, tampoco de un exabrupto lanzado en una radio por algún fujimorista despistado. No. Se trata de una real y directa amenaza de muerte lanzada públicamente y a plena luz del día por el ex candidato presidencial por Renovación Popular, Rafael López Aliaga. Todos lo hemos visto y escuchado, horrorizados, una y otra vez por los canales de Tv. Fue una clara amenaza lanzada así, sin ambages ni miramientos. Directo y bien clarito, como si fuera una orden militar: “¡Muerte a Castillo!”. En estos momentos, digo yo, algún sicario venezolano debe estar tomando muy en cuenta este llamado y estar frotándose las manos para cumplir el cometido.

El eco del horrísono llamado de López Aliaga aún resuena en nuestros oídos y nos hace repasar la historia y videos de la Alemania hitleriana. Nos parece escuchar al Adolfo Hitler de 1930, cuando iniciaba su campaña para formar el Partido Nazi, lanzando sus peroratas llenas de odio y nacionalismo alemán, para luego encaramarse en el poder. Y ya todos sabemos lo que eso significó después.

Pero no estamos en 1930 ni en la Alemania hitleriana, estamos en el Perú del siglo XXI, en el año 2021. López Aliaga ha lanzado su arenga el 08 de mayo en pleno cercado de Lima, en el Paseo de los Héroes Navales, en un mitin denominado “Marcha por la Paz” (¡?), en apoyo a su candidata Keiko Fujimori. Este jinete del Apocalipsis, después de la amenaza, lleno de fervor “patriótico”, entonó el himno nacional levantando la bandera peruana; seguro que, en su mente febril, en ese momento, se imaginaba levantando la bandera nazi con la cruz gamada al centro, tratando de emular a su ídolo nazi. Frente a él, Donald Trump y el ultraderechista gobernante brasileño, Jair Bolsonaro, quedan chicos. En dicha marcha por la “paz”, también estuvieron presentes Norma Yarrow y Jorge Montoya, virtuales congresistas por Renovación Popular, que serán 13 en total en el próximo congreso ¿Qué papel harán en el futuro parlamento? No será difícil adivinarlo: lo que les dicte su jefe neofascista, López Aliaga.

¿Se imaginan Uds., amables lectores, qué mensaje hubiera dado López Aliaga el 28 de julio, si ganaba las elecciones? Un mensaje de odio, de rencor, de terror, de amenazas, a los izquierdistas, a los sindicalistas, a los supuestos comunistas y a todos los que reclaman un cambio para conseguir un poco de bienestar y desarrollo para el país. Mano dura para ellos, sí.

Sobre este mismo tema de las amenazas, ¿qué hubiera pasado si Pedro Castillo cometía un exabrupto de ese calibre en referencia a Keiko o al fujimorismo? Toda la prensa mermelera se le hubiera ido encima calificándolo de terrorista, y hasta el mismo Ministerio Público hubiera actuado de oficio de inmediato, ¿o no? Pero así es, estamos en el Perú, en este Perú que hay que cambiarlo … un poco siquiera.

Decíamos en anterior comentario, que en el Perú tenemos a la derecha más reaccionaria y recalcitrante de Latinoamérica, y lo de López Aliaga lo confirma en forma fehaciente en toda su crudeza. Esta DBA que tenemos en el Perú, algo debería aprender de Chile, donde la alternancia en el gobierno se da con tolerancia y sin mayores aspavientos; así, a un gobierno del Partido Socialista de Michelle Bachelet, le sigue el gobierno derechista del Partido Renovación Nacional de Sebastián Piñera. Así de simple, y nadie arma tanto bochinche. Pero aquí no, y al menor atisbo de cambio o reforma que proponga un partido político o candidato de izquierda o progresista, al toque la prensa mermelera y los grupos de poder económico pegan el grito al cielo, le declaran la guerra sucia y sacan el cuco del terrorismo, del estatismo y de un comunismo inexistente. Todo para meter miedo al electorado. Y si eso no les funciona, comienzan a aplicar el Plan B: el fraude.

El fraude está en marcha en 3 actos: Primer acto: Lo cumplen las encuestadoras por encargo, mediante el ablandamiento a la población con el sutil manejo del sube y baja de las encuestas. Al comienzo ubican al contrincante en un lugar expectante, sea 1° o 2° lugar; el objetivo es obvio, confiar y adormilar al candidato y al electorado opositor. Después, en dosis pequeñas, poquito a poco, como para que no se sienta, van sumándole porcentajes y acercando al candidato (a) por el cual se inclinan, en este caso Keiko F. Los motivos y pretextos que arguyen son variados de acuerdo a las circunstancias y el momento: errores del rival, asesores con supuestas yayas, Keiko ganó el debate, los indecisos ya van tomando partido, etc. Luego, la diferencia se acorta al mínimo, o bien, anuncian un día antes de la votación un empate técnico. La faena está casi concluida, después viene la infalible “boca de urna”. Así lo hicieron con Verónika Mendoza. La primera vuelta fue la probeta de ensayo.

Segundo acto: Entran en juego los medios de comunicación de alcance nacional, metiendo el cuco del terrorismo y el fantasma del comunismo; y, paralelamente a ello, publicando los resultados que, poco a poco, les van alcanzando las encuestadoras a sueldo.

Tercer acto: El JNE-ONPE, avalando, acomodando y aceptando los resultados que las encuestadoras les dan a boca de urna. ¡Primicia!, ¡Keiko ganó por 1.5 %! (la boca de urna manda, pues, señores). Dado el batacazo, será difícil después, casi imposible, cambiar el resultado. Así peguen el grito al cielo, o se quejen donde quieran. El resultado se respeta, señores. Así, el fraude se ha consumado.

Análisis & Opinión