POR: MAG. ROCÍO CORNELIO AIRA
Durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), Perú enfrentaba una de las peores crisis de su historia contemporánea debido a la violencia terrorista de los grupos Sendero Luminoso y el MRTA. Fujimori, al asumir la presidencia, heredó un país al borde del colapso económico y social, con vastas zonas rurales bajo control de los terroristas, quienes buscaban imponer un régimen comunista mediante el uso del terror y la violencia.
La estrategia de Fujimori para derrotar a estos grupos incluyó tanto tácticas militares como políticas. Una de las operaciones más emblemáticas fue la captura de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, en septiembre de 1992, gracias a un meticuloso trabajo de inteligencia liderado por el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN). Este golpe debilitó significativamente a la organización, que vio su capacidad de movilización y reclutamiento reducirse drásticamente. En términos de cifras, para 1991, los ataques terroristas sumaban más de 3,000 por año, pero para finales de la década de los 90, estos se habían reducido en más del 80%.
En el caso del MRTA, la Operación Chavín de Huántar en 1997, que liberó a 72 rehenes de la residencia del embajador de Japón, fue un punto de quiebre. Esta operación fue considerada un éxito táctico y político, mostrando la efectividad de las fuerzas armadas peruanas.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) del Perú, establecida en 2001 para investigar los crímenes cometidos durante el conflicto armado interno entre 1980 y 2000, presentó un informe exhaustivo en 2003.
Según la CVR, aproximadamente 69,280 personas murieron o desaparecieron durante el conflicto, siendo Sendero Luminoso responsable de la mayor parte de estas muertes. La CVR estimó que alrededor del 54% de las víctimas fueron causadas directamente por este grupo terrorista. Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, fue señalado como el principal responsable de los métodos violentos, que incluían ejecuciones sumarias, atentados con explosivos y masacres, afectando principalmente a las poblaciones rurales y campesinas, particularmente en las regiones andinas de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac.
El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), aunque fue menos activo que Sendero Luminoso, también estuvo involucrado en acciones terroristas. La CVR indicó que aproximadamente el 30% de las muertes fueron atribuibles a las fuerzas del Estado.
La CVR subrayó que las principales víctimas del conflicto fueron personas en situación de pobreza y exclusión, especialmente las comunidades indígenas quechua-hablantes. Además, destacó que los niveles de violencia y terror alcanzados fueron en parte resultado de la incapacidad del Estado para responder adecuadamente en las primeras etapas del conflicto, así como de la estrategia brutal adoptada por Sendero Luminoso para imponer su ideología.