domingo, 14 de diciembre de 2025
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¿Es verdad que debes sentir hambre para adelgazar?

La creencia de que pasar hambre es necesario para bajar de peso persiste, pese a que la evidencia muestra que puede ser perjudicial para el cuerpo y el equilibrio emocional.

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POR: NATALY ZAÁ (COACH Y MENTORA EN DESARROLLO PERSONAL Y FITNESS)

Durante años se ha repetido la idea de que “para bajar de peso hay que pasar hambre”. En muchos entornos aún se celebra la fuerza de voluntad asociada al sacrificio: resistir el hambre se considera un signo de disciplina. Pero esa creencia, tan extendida, no solo es falsa, sino también dañina.

El hambre no es una enemiga que debas combatir; es una señal natural del cuerpo que te recuerda que necesita energía. Aprender a escucharla, en lugar de ignorarla, puede ser la clave para lograr un cambio sostenible y saludable.

HAMBRE FÍSICA Y HAMBRE EMOCIONAL

El primer paso es distinguir entre el hambre real y el hambre emocional.

El hambre física aparece de forma gradual, se siente en el estómago y puede aliviarse con cualquier tipo de comida nutritiva.

El hambre emocional, en cambio, surge de golpe, se relaciona con el estrés, el aburrimiento o la ansiedad, y busca alimentos específicos —por lo general dulces o ultraprocesados— que generan placer inmediato.

Cuando haces dietas muy restrictivas, ambas formas de hambre se confunden, lo que puede provocar episodios de descontrol o atracones. El cuerpo, al sentirse privado, reacciona con una necesidad urgente de compensar.

Aprender a reconocer qué tipo de hambre estás sintiendo es una herramienta poderosa para tomar decisiones más conscientes y dejar de comer por impulso.

EL MITO DEL SACRIFICIO

Muchos planes de alimentación se basan en la idea del sufrimiento: comer poco, eliminar grupos de alimentos o soportar la incomodidad como parte del proceso. Sin embargo, esta lógica termina saboteando los resultados.

Cuando te expones a periodos prolongados sin comer, el cuerpo reduce su gasto energético y almacena más grasa como mecanismo de defensa. Además, se incrementan los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que puede generar inflamación, ansiedad y dificultad para dormir.

Pasar hambre no adelgaza: desregula el metabolismo y afecta tu equilibrio emocional.

ALIMENTARTE NO ES DEBILIDAD, ES INTELIGENCIA

El cuerpo necesita combustible constante para funcionar bien. Saltarte comidas o comer muy poco puede provocar fatiga, irritabilidad, baja concentración y pérdida de masa muscular.

La verdadera disciplina no consiste en soportar el hambre, sino en elegir alimentos que nutran, sacien y mantengan estables tus niveles de energía.

Una persona que se alimenta con coherencia —sin excesos, pero sin carencias— puede sostener sus hábitos a largo plazo.

En cambio, quien vive restringiendo lo que come entra en un ciclo de frustración: pierde peso rápido, pero lo recupera igual de rápido, junto con el desgaste emocional de sentirse en constante lucha contra su propio cuerpo.

COMER CON CONCIENCIA Y EQUILIBRIO

La alimentación consciente es un enfoque que enseña a escuchar las señales del cuerpo y comer desde la presencia, no desde la culpa o la prisa.

No se trata de comer cada vez que algo apetece, sino de detenerse un instante antes de hacerlo: ¿tengo hambre real o estoy buscando aliviar una emoción?

Incorporar pausas, masticar despacio y elegir alimentos naturales permite reconectarte con el placer de comer sin miedo. Cuando disfrutas la comida con atención, comes lo que necesitas, no lo que sobra.

CONSEJOS PARA EVITAR EL HAMBRE EXTREMA

No dejes pasar más de cuatro o cinco horas entre comidas principales.

Incluye proteínas y grasas saludables para prolongar la saciedad.

Mantén una adecuada hidratación: a veces la sed se confunde con hambre.

Evita las dietas con menos de 1200 calorías diarias, salvo indicación médica.

Duerme lo suficiente; el sueño regula las hormonas del apetito.

Planifica tus comidas con anticipación para no llegar al límite del hambre.

El hambre extrema no solo afecta la energía, también aumenta el riesgo de comer de manera impulsiva y poco saludable.

NUTRIRTE CON AMOR, NO CON MIEDO

El objetivo no es comer menos, sino comer mejor. El bienestar se construye desde la coherencia: entender que tu cuerpo necesita alimento, movimiento y descanso.

Sentir hambre no es señal de que estás adelgazando; es un mensaje que merece atención.

Cuando eliges nutrirte en lugar de castigarte, descubres que el equilibrio no se logra a través del control, sino de la conexión.

La salud empieza cuando dejas de luchar contra tu cuerpo y aprendes a escucharlo con respeto.

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