POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
El expresidente norteamericano Franklin D. Roosevelt dijo que “en política no hay casualidades, y si las hay, es que están muy bien preparadas”.
El 10 de noviembre de 2020, luego de casi veinte meses de desgobierno, Martín Vizcarra fue vacado con un contundente e inapelable 105 votos a favor. Esa misma noche, juramentó como sucesor Manuel Merino, de Acción Popular. De inmediato, la inacabable maquinaria caviar entró en acción, convocando y llenando las calles del Cercado de Lima con “espontáneos” ciudadanos que exigían a viva voz la dimisión del estrenado mandatario, con arengas surrealistas, aunque efectistas, como “se metieron con la generación equivocada”, entre otras.
Estas protestas fueron replicándose al interior del país, en tanto que Merino componía su gabinete, que tardó setenta y dos horas. Para ese momento, la capital era literalmente un polvorín, con la lamentable consecuencia de dos jóvenes fallecidos en uno de los desmanes provocados en el Centro Histórico. Dos días después, todo estaba consumado, y don Manuel fue forzado a renunciar.
Le tocó el turno al desconocido Francisco Sagasti, del Partido Morado (para quienes no lo recuerdan, tuvo como máximo exponente al hoy felizmente desaparecido de la escena política, Julio Guzmán), cuya primera decisión fue descabezar a nuestra benemérita Policía Nacional del Perú, enviando a casa sin retorno a 19 generales.
Pasaron los años y, en la madrugada de este viernes, asumió las riendas del gobierno José Jerí, de Somos Perú, en la sucesión constitucional de la señora Dina Boluarte. Raudamente llegó (o, mejor dicho, volvió) la arremetida caviar.
Voces como la de la exministra pepecausista Marisol Pérez Tello proponiendo en su lugar a controvertidos personajes como Flor Pablo o Susel Paredes (esta última, desvergonzadamente, no aclara el conflicto de intereses de la empresa de su “cónyuge” como proveedora del extinto programa Qali Warma, facturando millones de soles del Estado, mientras cómodamente sigue ocupando curul).
Asimismo, tiene dos imputaciones: ultraje sexual y misoginia. De la primera, el titular del Ministerio Público explicó que la Fiscalía Suprema de Familia lo investigó y concluyó que no fue responsable del abominable acto en contra de una señorita, la cual fue notificada y no interpuso queja (apelación), quedando la decisión consentida. En resumen: inocente.
Y, respecto a la restante, revisando algunos de los posteos en las redes sociales (propalados tendenciosamente por distintos medios de comunicación), se aprecian comentarios sobre la cualidad o característica de una dama, no vulnerándose la intimidad de la misma ni tampoco menosprecio. En adición, debe tenerse en cuenta las fechas de estos dizques polémicos mensajes: 2011; es decir, cuando Jerí tenía apenas 24 años.
Aquí una sencilla interrogante: ¿usted, papi o mami, conoce y/o controla todos los mensajes interactivos de su hijo o hija en Facebook, Instagram, etc.? Insisto en el contexto cronológico y de la información que va propalándose hasta ahora. Sin embargo, esta explicación (ni otra similar) jamás será tomada en cuenta por quienes desde ya mantienen discrepancias abiertas con el estrenado gobierno; vale decir, los caviares seguirán presionando hasta lograr su único propósito: la renuncia de Jerí, para tener la vía libre —nuevamente— de colocar a un partidario o simpatizante en el Legislativo como presidente.
Como suele repetirse, son expertos en dirigir el país sin haber ganado las elecciones generales.
Por lo tanto, rememorando a Roosevelt, urge la composición del nuevo gabinete con actuaciones concretas, principalmente en la lucha contra el crimen organizado (extorsiones y sicariato); amén de evitar, en la medida de lo posible, la ocurrencia de huelgas, que conlleva a paralizar la ciudad, incluyendo la destrucción de propiedad pública y/o privada, afectando prioritariamente a la población más vulnerable.