POR: FERNANDO VALDIVIA CORREA
Saturación política sea probablemente la definición de lo que acontece a nivel nacional. Es notoria la polarización existente, incluyendo a los medios de comunicación. Los buenos versus los malos, dependiendo a quien se le pregunte. Y la tendencia, conforme se acerque abril de 2026 (fecha de elecciones generales), es que esta brecha se acentúe.
También es cierto en que no andamos solos; es decir, a otros países -considerados como desarrollados- les va peor. E ahí al Tío Sam, cuyo primer debate presidencial del pasado jueves ha disipado las dudas en la ciudadanía: las falacias de Donald Trump y la incapacidad de reacción ante los ataques de su oponente por parte de Joe Biden. Dos pesos pesados se disputarán el retorno, o la continuación por 4 años más, a la Casa Blanca. Y eso que la campaña electoral ni siquiera empieza, y ya la fragmentación política es evidente. O en España, con un presidente como Pedro Sánchez, defendiendo con uñas y dientes la inocencia de su cónyuge procesada por la justicia por presuntos conflictos de intereses, amén de la aprobada ley de amnistía para aquellos comprometidos en el proceso independentista catalán.
En ambos, desatando la ira de la oposición con el Partido Popular y VOX a la cabeza. O en Francia, ante el adelanto de elecciones parlamentarias por parte de Emmanuel Macron al haber fracasado en las urnas en los recientes comicios europeos. Sin embargo, la oposición, con la ultraderechista Marine Le Pen, le exigen su dimisión. O como no referirnos, en el plano regional, a los insultos de ida y vuelta entre Milei y Lula, o entre Boric y el dictador Maduro.
Bueno, eso ocurre afuera. Aquí, por ejemplo, citamos dos casos de reconocimiento: por un lado, en pocos meses seremos nuevamente sede de APEC, que reúne a las 21 economías del Asia-Pacífico; y de otro, la reciente visita de la mandataria a China, codeándose con las principales autoridades, incluyendo al presidente Xi Jinping, con la finalidad de atraer inversiones al Perú.
Si pues, estas noticias y otras más, no detendrán la delincuencia, ni harán que se generen cientos de miles de puestos de trabajo, lo cual es importante, aunque también es relevante pensar en qué país aspiramos a convertimos en los próximos 20 años.