POR: MG. GLORIA IVONY MAYNAS ESPÍRITU
Cada vez más ciudadanos sueñan con convertirse en proveedores del Estado. Sin embargo, suelen oír advertencias que flotan en el aire como sombras: “No te metas con el Estado; ahí tardan en pagar” o “Si vas a trabajar con el Estado, sube el costo de tus servicios o bienes”. Si pudiéramos reunir a múltiples proveedores, la mayoría compartiría el mismo lamento: “El Estado demora en pagar”. Esta dura realidad se convierte en un desaliento que ahoga la esperanza de emprendedores que anhelan colaborar con el Estado.
Ahora bien, ¿qué factores ocultan el sol de la puntualidad en los pagos?
A lo largo de mi experiencia en el laberinto de las contrataciones públicas, he identificado varios factores que, como nubes oscuras, generan retrasos en el flujo del dinero. Uno de ellos es la documentación incompleta o errónea. Imagina a un proveedor que, con esfuerzo y dedicación, entrega todos los documentos requeridos, solo para ver cómo su factura se convierte en un espejismo por una simple discrepancia en el número de ítems. Este pequeño error puede arrastrar semanas de espera y angustia.
Otro enemigo silencioso es la sobrecarga laboral. En las oficinas del Área Usuaria, Logística, Contabilidad y Tesorería, el personal, aunque lleno de buena voluntad, se enfrenta a un torrente de trabajo que los arrastra. Un evento de gran magnitud puede convertir un día normal en un caos administrativo, llevando a retrasos de hasta tres meses en los pagos, como un eco que resuena en el tiempo.
Los problemas técnicos también juegan su parte en esta sinfonía de retrasos. El Sistema Integrado de Administración Financiera (SIAF) a menudo se transforma en un laberinto de fallas que detiene el flujo de trabajo. En una ocasión reciente, una avería impidió el registro de órdenes de servicio y compra durante varios días, dejando en suspenso el inicio del trámite de pago. La falta de celeridad en la toma de decisiones es otro obstáculo que entorpece el camino. En un caso, la aprobación de la conformidad de la prestación se estancó por la ausencia de un jefe de área, prolongando la espera más de un mes.
Ante esta situación, al hablar con varios proveedores, muchos coincidieron en que la demora en los pagos del Estado no solo afecta su liquidez, sino que también incrementa los intereses de sus préstamos. Un proveedor compartió que los intereses de su préstamo bancario se dispararon al no poder cumplir con sus cuotas a tiempo, todo debido a la inercia estatal. Este desfase también genera descontento entre su personal, quienes no comprenden por qué sus sueldos tardan tanto en llegar, esperando en la penumbra de la incertidumbre.
A pesar de este talón de Aquiles, ser proveedor del Estado puede ser una senda prometedora para quienes inician un negocio. El Estado, como el mayor comprador del país, ofrece oportunidades que pueden florecer en empresas y micro y pequeñas empresas. Por ello, animo a los proveedores a asegurarse de la calidad y precisión en sus entregas. Recuerda que, como proveedor, eres responsable no solo de lo que ofreces, sino también de la documentación que presentas. Un proveedor sabio revisó cuidadosamente sus documentos antes de enviarlos, evitando errores que podrían haber prolongado su espera.
Además, es esencial dar seguimiento continuo a tus trámites. Mantener un control del estado de tu pago, utilizando el número de expediente asignado, te permite detectar problemas a tiempo y acelerar el proceso de subsanación. Un proveedor compartió cómo, gracias a su constante seguimiento, pudo corregir un error en la documentación apenas fue señalado, evitando así demoras adicionales.
Al final del día, la colaboración entre el Estado y los proveedores puede ser un viaje lleno de oportunidades, siempre que ambos lados cumplan con sus compromisos y sigan el camino de la transparencia. Juntos, pueden transformar los desafíos en soluciones, creando un futuro donde los pagos sean puntuales y los sueños empresariales se conviertan en realidad.
Autora:
Especialista en Contrataciones Públicas
Columnista y Escritora
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