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El significado de vivir en democracia en el siglo XXI

Solo gradualmente se fue haciendo concesiones de ciudadanía, secuencialmente a los sacerdotes, las mujeres, las monjas, los iletrados o analfabetos, los militares y policías en ejercicio, los peruanos en el exterior…

POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DE LA DNEF DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)   

Cuando revisamos la historia nacional y nos asombramos de nuestros antepasados, de sus logros materiales, y de los avances singulares que les permitieron alcanzar una situación de desarrollo asociado al momento que se vivía, bien vale la pena preguntarse, esas sociedades tuvieron idea de lo que es la democracia, como alcanzaron esas situaciones de bienestar, orientadas hacia las mayorías, como en el caso de los incas.

Entrar en el universo de la democracia, significa comprenderla, por un lado, como el “Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”, como apreciamos, en este concepto, la participación democrática, no queda solo en elegir a las autoridades a las que se les delega poder, esto continúa con la fiscalización del buen gobierno, para evitar que, entre otras situaciones, se llegue a la revocatoria.

Cuando hablamos de democracia, también nos referimos al “régimen político basado en esa doctrina”, que en el Perú tiene un asomo recién en 1812, aunque de manera restringida, cuando empezamos a elegir a los alcaldes, después de la Constitución de Cádiz, que nos convirtió de súbditos, en ciudadanos, es decir, en personas con capacidad de elegir, de tener derechos y deberes, que nos llevasen a votar responsablemente.

Nos preguntábamos si entre los incas existió la democracia, al parecer no, lo común en este mundo era la autocracia, a través de la cual se hacía mejoras para el pueblo, sin que este participe en la toma de decisiones, ya que las autoridades eran parte del aparato administrativo inca, sin que contara la opinión de la mayoría. Por eso, se asegura, que los peruanos de la República, heredamos la autocracia de los incas y el despotismo imperante en el mundo virreinal, hacer algo o muchas cosas por los otros, sin darles participación.

En ese mundo que materialmente fue adelantado, no contaba la opinión de la mayoría, había que someterse a un régimen que no pocos califican de despótico, llamando la atención de los europeos en el siglo XVI, que así tuvieron una justificación para la conquista, pese a que ellos venían de territorios con gobierno monárquico, donde las condiciones de vida eran muy parecidas, diferenciándose de los otros mundos, por la práctica cristiano católica, y de la cultura que los oponía a otras sociedades.

¿Los incas conocieron la noción de democracia? Es difícil saberlo ahora. Y tampoco se les puede condenar por eso, eran cosas de los tiempos, su comportamiento obedecía a la ideología y doctrinas dominantes, y que es analizada por esa rama de la Historia, que es la Historia de las Mentalidades. Se estaba lejos de admitir que el “poder político es ejercido por los ciudadanos”, y que “la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente, o por medio de sus representantes”.

Del mundo inca pasamos al hispano, donde el despotismo fue un rasgo generalizado, al comienzo esas situaciones de exclusión también afectaron a los criollos, que poco a poco lograron espacios de privilegio, en medio de esa sociedad estamental que los oponía en estratos irreconciliables, donde primaba el elemento biológico y cultural. Las exclusiones eran evidentes en cada aspecto de la vida cotidiana, al margen de la profesión de los dominantes, incluido el clero, los militares, civiles, y toda clase de funcionarios.

Le debemos al mundo de la ilustración, a las reflexiones de muchos pensadores del siglo XVIII, ese tránsito de súbditos a ciudadanos, que nos llevó a construir un mundo con condiciones de igualdad para todos, a pensar en la “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, que, proclamada alrededor de la revolución francesa, se hizo universal y generó el trastoque social que se asomó en Europa y América a fines de la décimo octava centuria y a comienzos del siglo XIX.

Si bien hemos señalado a 1812, como el año clave asociado a la práctica de la democracia en el Perú, es correcto mencionar, que el fortalecimiento de la democracia siguió un camino lento, con algunas situaciones divorciadas del propósito de los hombres de la emancipación, que habían considerado a los indígenas y a los analfabetos, a quienes se les negaría la ciudadanía en la república, por eso José Carlos Mariátegui, diría sin titubear, que más culpable de la situación de explotación del indio, es la República y no el Virreinato.

Solo gradualmente se fue haciendo concesiones de ciudadanía, secuencialmente a los sacerdotes, las mujeres, las monjas, los iletrados o analfabetos, los militares y policías en ejercicio, los peruanos en el exterior; se aprobaron las cuotas de mujeres en el parlamento, y de los jóvenes en los municipios, entre otras situaciones. Hoy admitimos que para vivir en democracia hace falta la internalización de valores como la igualdad, libertad, tolerancia, inclusión, y otros que fortalecen nuestra vida cotidiana, cuando se trata dé endosar o reconocer el poder de otros.

Qué pasó en nuestras sociedades en más de 150 años de democracia, aunque igual situación se vivió en otros lugares del mundo, y si bien se ha prestigiado a Grecia como el espacio donde surgen situaciones de democracia, sabemos que esta se ejercía con muchas limitaciones, y solo a partir del siglo XIX, se empieza a vivir en democracia como lo admitimos hoy. El camino fortalecido en democracia continuó en el siglo XX, y ahora en el siglo XXI, apuntamos y vivimos en un mundo, donde la democracia compromete el esfuerzo de varios organismos e instituciones.

Asimismo, hoy se sabe que algunos pueblos de la India tuvieron prácticas democráticas parecidas a los de los griegos, en tiempos simultáneos con los europeos, de modo que no solo fueron las reflexiones de los filósofos del mundo heleno lo que llevó a la democracia, sino también esta se asomó en esa otra parte del mundo.

Por Ley 28480 del 30 de marzo de 2005 se consideró el voto de los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional en ejercicio, pero sin poder postular a cargos elegibles de modo popular, hasta no obtener la baja correspondiente. Estos hitos que gradualmente afectaron el mapa electoral del Perú, comenzaron en la segunda mitad del siglo XX, y continúan en el siglo XXI.

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