POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)
José Carlos Mariátegui es uno de los peruanos de proyección nacional, conocido fuera de los linderos de su patria, no solo por gente de izquierda, sino por quienes dominan historia del pensamiento político, tal como se estudia en historia de las ideas políticas en América.
El siglo XX ha sido desde una mirada socioeconómica, el más corto de la historia, y aunque cronológicamente comenzó en 1901, y terminó el 2000, lo cierto es que los cambios sociales no se advirtieron en los años de su comienzo, sino a finales de la primera guerra mundial. Su final, por otra parte, concluyó en la década del 80, con la obsolescencia de los partidos políticos tradicionales, la desintegración de la URSS, y la caída del Muro de Berlín, por mencionar algunos hitos.
En medio de este siglo corto, hay figuras que brillaron en todos los campos en el mundo, y en el caso peruano, uno de ellos fue José Carlos Mariátegui, nacido a fines del siglo XIX, dueño de un gran protagonismo en el siglo XX, al punto de dejar una huella perdurable que lo mantiene presente, para aceptarlo, por unos, y para cuestionarlo por otros, lo cierto es que como uno de los íconos de las figuras peruanas, nadie podrá sacarlo del pedestal donde se encuentra, porque si bien varias de sus propuestas ya no tienen vigencia, ni la realidad social es la misma, en su momento se perfiló como un hombre que ganaba espacios en la memoria colectiva de los peruanos.
Y no es que se le recuerda por su temprana muerte, igual que a Valdelomar, ambos ya habían escrito y actuado lo suficiente como para trascender, el pináculo de la gloria les esperaba, y así trascendieron hasta quedarse para siempre entre todos los peruanos, al punto de estar entre las memorias visibles colectivas, sin necesidad de monumentos, calles y avenidas con sus nombres.
Hoy queremos evocar el retorno de José Carlos Mariátegui al Perú, ocurrido un 20 de marzo de 1923, tras haber salido a destierro desde 1919, lo que le llevó a Europa, continente donde asimiló el marxismo para la interpretación de la realidad nacional. Eran años de la incomprensión para varios intelectuales, que, por discrepancias políticas con el régimen de gobierno, tuvieron que dejar el país a la fuerza, o voluntariamente.
Había salido desde el 8 de octubre de 1919, y fiel a sus convicciones, interpretó la realidad nacional, tal como la percibía, inspirado en la visión marxista, peso a que esto generó un rechazo de los intelectuales de la época, que quizá no hubiesen reaccionado del mismo modo, si para entonces, los comportamientos sociales hubiesen sido motivados por valores de igualdad, respeto y tolerancia, como ocurre ahora.
Mariátegui y César Falcón viajaron a Europa gozando de una beca concedida por el gobierno de Leguía, que realmente fue una deportación disimulada, pues no convenía al gobierno, cuestionadores como ellos, asegurándose por otro lado, que fueron destinados a trabajar en consulados peruanos en Europa, continente en el que se vinculó a los intelectuales destacados de ese momento.
El 20 de marzo de 1923, para unos, y para otros, el 17 de ese mes Mariátegui regresó a Lima, junto a su esposa y su primogénito, iniciando una serie de publicaciones, que lo proyectarían como un autor prolífico, aunque la mayoría solo lo recuerde por los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana.
Por invitación de Haya de la Torre dictó conferencias en la Universidad Popular González Prada, siendo director de la revista Claridad cuando Haya fue expulsado a México. Fundó el Partido Socialista Peruano en 1928, nominado Partido Comunista Peruano, después de su muerte.