POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)
Quizá uno de los personajes peruanos de la historia republicana que siempre estará en la memoria colectiva, es el general Luis Miguel Sánchez Cerro, cuya memoria se manifiesta en el nombre de calles, barrios, bustos, avenidas, un puente, y una provincia que lo rememora permanentemente.
Esta evocación no se debe únicamente a su protagonismo en 1930 con el suceso que desde Arequipa marcó la caída del oncenio de Leguía, y el derrumbamiento del escenario político de muchos de sus seguidores, que ocupaban cargos públicos entre 1919 y 1930, y que en algunos casos también los tuvieron entre 1908 y 1912, en su primer gobierno.
El nombre de Luis Miguel Sánchez Cerro se hizo popular a nivel nacional desde agosto de 1930, tras el golpe de Estado contra el presidente Augusto B. Leguía, y todo el país se enteró de la existencia de ese piurano, que, siguiendo la voluntad de muchos peruanos, protagonizó un quiebre temporal de la democracia, proceso que fue restituido al año siguiente, cuando participó en el proceso electoral general.
SÁNCHEZ CERRO CANDIDATO PRESIDENCIAL
La vida de Luis Miguel Sánchez Cerro se inicia en Piura, ciudad en la que nació el 12 de agosto de 1889, y terminó cuando fue asesinado en Lima, el 30 de abril de 1933. Sánchez Cerro fue un militar y político que ocupó la Presidencia de la República, de facto primero, y constitucionalmente, después, hasta su asesinato, en el que resultó inculpado el militante del proscripto Partido Aprista Peruano (PAP), Abelardo Mendoza Leyva.
Luis Miguel Sánchez Cerro fue hijo del matrimonio de Antonio Sánchez y Rosa Cerro, familia de clase media. Sus estudios primarios y secundarios los realizó en el Colegio San Miguel. Se asegura que fue el primer presidente peruano de notoria ascendencia afroperuana, espacio que por entonces estaba negado para estos peruanos. A su popularidad contribuyó su espíritu nacionalista, al haber desconocido el tratado firmado entre Perú y Colombia, lo que generó un conflicto armado.
Siempre hubo especulaciones a partir de su asesinato, culpándose al aprista, miembro de una organización política proscripta por el gobernante triunfante en 1931, ya que tras liderar el movimiento que depuso al presidente Leguía, y haber presidido una Junta de Gobierno, Sánchez Cerro renunció al gobierno que encarnó por un tiempo, y el Poder Ejecutivo recayó en manos de David Samanez Ocampo, a quien le tocaría crear el Jurado Nacional de Elecciones.
LA VOLUNTAD POPULAR
Por Decreto Ley 7177 del 26 de mayo de 1931 se creó el Jurado Nacional de Elecciones, organismo al que le tocó liderar las elecciones generales de octubre de ese año, que coincidieron con la práctica del voto secreto que hasta hoy se mantiene, como una garantía de la voluntad popular.
La gran popularidad que tuvo Sánchez Cerro en los sectores populares peruanos, se debió a su oriundez racial, expresada en su notoria fisonomía de mestizo o cholo, lo que generó que los ciudadanos y no ciudadanos se identificaran con él, observando a través de los diarios y revistas, a una figura muy cercana a ellos, sin la conformación biológica de los anteriores gobernantes, que estaban vinculados a los grupos de poder tradicional.
Se afirma que era descendiente de afroperuanos, del barrió de la Mangachería, en Piura, situación que se difundió, al señalársele como oriundo de ese populoso sector piurano, de modo que como ocurriría con otros gobernantes del Perú a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, la población lo percibió como uno más de ellos, lo que contribuyó a que se le endosase mayoritariamente el voto, pese a que el candidato del Partido Aprista Peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre, también gozaba de mucha aceptación..
EL PARTIDO UNIÓN REVOLUCIONARIA EN LAS ELECCIONES DE 1931
Sánchez Cerro fundó el partido político Unión Revolucionaria que lo llevó como candidato presidencial en las elecciones generales de 1931 Era Secretario General del partido fundado por Sánchez Cerro, Ernesto Arias Schereirer, y miembros de esta agrupación, Pedro Morales, Carlos Sayán Álvarez, Alfredo Herrera, entre otros, que asistían al local partidario de la calle Espaderos 554. El Partido también tuvo local en Piura, Sullana, y otras ciudades del departamento.
Este proceso de 1931 fue el primer ensayo de Sufragio Secreto y Obligatorio. Las mesas funcionaron hasta las 5 de la tarde, sin embargo, se denunció que algunas cerraron antes y otras interrumpieron el sufragio a hora del almuerzo. El panorama electoral era diferente a como se habían practicado estas acciones en tiempos pasados, las renovaciones resultaban singulares, con respecto al voto público anterior, muchas veces sin respeto por la voluntad popular.
La cédula con los votos colocada en sobres para garantizar el secreto del sufragio, daba una validez indiscutible. Y pese a todo el cuidado que se tuvo no fueron pocos los errores de los votantes, por la falta de conocimiento de la Ley, al haber firmado la cédula, lo que para el Jurado Nacional de Elecciones era causa de nulidad. Anteriormente se firmaba la cédula, lo que indujo al error a algunos votantes.
RESULTADO DE LAS ELECCIONES Y OBRA DE GOBIERNO
El Partido Aprista Peruano presentó tachas en algunos casos y pedían nulidad de elecciones en otras. Se quejaron en contra del proceso en Ancash, Arequipa, Ayacucho, Callao, Cuzco, Ica, Lima, Moquegua, Piura, Puno y Tumbes. Se impugnó el proceso electoral de Ica por el PAP. Superados los procesos de tacha y nulidad, el 28 de noviembre de 1931 a nombre de la Nación, el Presidente del Jurado Nacional de Elecciones lo declaró legalmente elegido A Luis Miguel Sánchez Cerro y lo proclamó Presidente de la Republica.
En su gobierno se instaló el Congreso Constituyente, y se promulgó la Constitución de 1933, en la que se prohibía la reelección inmediata del Presidente de la República, asimismo quedó señalada la libertad de cultos, y el reconocimiento al divorcio. De su gobierno es también la existencia de los restaurantes populares, y la supresión de la conscripción vial, mandada en tiempos de Leguía.
Asesinado Sánchez Cerro el 30 de abril de 1933, el Consejo de Ministros, presidido por José Matías Manzanilla se encargó del Poder Ejecutivo, dirigiéndose a la Asamblea Constituyente para la elección del nuevo Presidente, y al poco tiempo se designó Presidente Constitucional para completar el período de Sánchez Cerro, al general de división Oscar R. Benavides,
El nombramiento de Benavides fue cuestionado por los socialistas en la asamblea Constituyente argumentando que de acuerdo a la primera parte del artículo 137 de la Constitución de 1933, son inelegibles presidente y vicepresidente de la República, los ministros de Estado, y los miembros de la Fuerza Armada en servicio sino han dejado el cargo seis meses antes de la elección. Sin embargo, finalmente, esto no se tuvo en cuenta.
Los partidarios de Sánchez Cerro guardaban viva su memoria hasta en las décadas del 60 y 70 del siglo pasado, cuando se referían a su antiguo candidato y presidente, lo hacían con mucho respeto y admiración. En territorio moqueguano, una de las tres provincias lleva su nombre, y tras 89 años de su asesinato, el nombre de Luis Miguel Sánchez Cerro sigue flotando en la memoria colectiva.