POR: MIGUEL ARTURO SEMINARIO OJEDA (DIRECTOR DEL MUSEO ELECTORAL Y DE LA DEMOCRACIA DEL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES)
Después de la independencia, el país vivió una larga lucha entre militares que se disputaron el poder político, con el consecuente uso de las armas, gran parte del siglo XIX puede sintetizarse como una guerra interna por la conducción del país, negándose a los civiles la administración del Estado. Solo en 1871 asomó con fuerza la civilidad organizada políticamente, capturando el poder político al año siguiente, cuando se eligió Presidente Constitucional a Manuel Pardo.
El 15 de marzo de 1876 nació en Lima don Oscar R. Benavides, hijo de Miguel Benavides Gallegos y Erfilia Larrea, quien el 4 de febrero de 1914 fue nombrado Presidente de la Junta de Gobierno que depuso al Presidente Constitucional Guillermo Billinghurst, y desde el 15 de mayo de ese año presidente provisorio, quebrándose de esta manera, la elección democrática decidida por la ciudadanía peruana, en las elecciones de 1912.
Sombras contra la democracia se observan en el Perú en todo lo que fue el siglo XIX, golpes de Estado, asesinatos, revoluciones, y todo lo que no pudo predecir la instauración del régimen republicano, de lo contrario, se hubiesen tomado todas las precauciones jurídicas que hubiesen dado mayor tranquilidad al país, y no el protagonismo de sucesos tan graves, que incluso trajeron consecuencias frente a conflictos con el exterior.
Vivir en democracia es un reto en algunas sociedades, y sustraerse a sus sombras es difícil muchas veces, cuando no es fácil esquivar a quienes las encarnan. Se entró al siglo XX en medio de una transición democrática, pese a que se mantenían los vicios electorales que dominaban el escenario de la práctica de la democracia representativa, lo que se eliminaría paulatinamente en la vigésima centuria.
El ganador de las elecciones de 1931, Luis Miguel Sánchez Cerro, fue asesinado en abril de 1933, en un hecho no esclarecido, y el mismo día, sin corresponderle, por ser militar en ejercicio, el Congreso de la República nombró Presidente del Perú a Óscar R. Benavides, quien ya había interrumpido el devenir democrático del Perú, en 1914. Después del asesinato del presidente Luis M. Sánchez Cerro, el Congreso Constituyente lo designó presidente hasta 1936.
La historia electoral del Perú, presenta a civiles y militares como protagonistas, como el caso de Luis Antonio Eguiguren Escudero, y de Óscar R. Benavides, quiénes en 1936, dejarían una huella indeleble, en lo vivido, tras un proceso en el que la voluntad popular había endosado un triunfo al ganador Eguiguren, en las justas electorales de ese año.
Luis Antonio Eguiguren Escudero, había sido alcalde de Lima, era Abogado de profesión, y la carrera judicial le deparaba un gran destino. Elegido Constituyente en 1931, fue presidente del Congreso en el que se debatió ampliamente la Constitución que se promulgó en 1933, en la que se aprobó el voto femenino para elecciones municipales. Con esta renovada experiencia política, al terminarse los 5 años del periodo presidencial de 1931, se presentó con su propio partido político, en las elecciones en 1936.
Con la anulación de los resultados se cumplieron los propósitos de don Oscar R. Benavides de continuar en el poder hasta 1939, generándose un nuevo quiebre a la democracia. El comportamiento de Eguiguren con respecto al ritmo que debía seguir el proceso electoral de ese año, refleja el espíritu de un hombre con principios y con actitudes de respeto hacia los otros. Su obra en el campo del derecho y de la historia es suficiente para conocer a un personaje al que se le negó la oportunidad de ser presidente de los peruanos. Benavides dejó el cargo recién en 1939.