POR: RODRIGO LLOSA
Mejía ha tenido veraneantes insospechados como Luis E. Valcárcel a quien se le considera padre de la antropología en el Perú, especialidad sobre la realidad humana y producción cultural. Ello por revalorar lo prehispánico y andino a pesar de haber sido abogado una década.
COLEGAS ENVIDIABLES
Almorzó con Max Uhle en Berlín. Tomó café con Vallejo en Paris. Recibió distinciones en Francia, Italia, Argentina, México e Israel. Enseñó en Nueva York. Presidió el ICPNA; pienso que valoró el inglés cuando Cusco tuvo uno de sus mejores rectores y alcaldes, el estadounidense de origen alemán Albert Giesecke.
El amauta Valcárcel fue editor en 4 diarios, instauró y dirigió revistas, museos, institutos y archivos. Uno de los iniciadores del IEP. Relacionado con Riva Agüero, Julio C. Tello, Sabogal, Antúnez de Mayolo. Arrendador de Martín Chambi. Continuaron líneas similares de trabajo sus alumnos Arguedas, Matos Mar, Lumbreras.
ENTRE CUSCO Y AREQUIPA
A los 26 se perdió y durmió en la intemperie rumbo a Machu Picchu con José Luis Bustamante y Rivero quien terminó sus estudios en Cusco y llegaría a ser presidente nombrando a Valcárcel ministro de educación 28 años después. En 1920 viajó del Callao a Mollendo para dirigirse a Cusco con Haya de la Torre, Basadre y Porras Barrenechea. En 1934 cabalgó con Bernedo Málaga de Yarabamba a Churajón.
CHOCANDO CON CHOCANO
En 1927 José Santos Chocano lo llamó separatista cuando Valcárcel dio una conferencia en la UNSA sobre la distancia del gobierno limeño mayor a la cercanía del Sur con Bolivia y Argentina. Lo apresaron 3 meses en la isla San Lorenzo hasta que colegas suyos hicieron que el presidente Leguía leyera el discurso sin hallar por qué acusarlo de traición a la patria. Años luego colaboró con Sánchez Cerro en la rebelión de Arequipa contra Leguía.
PROMOTOR SUREÑO
Sus padres se casaron en Moquegua, nació en Ilo en 1891, al año ya vivía en Cusco donde terminó siendo catedrático. Luego lo fue en San Marcos. Siendo decano trajo en 1957 una comisión de arqueólogos estadounidenses con el programa Fulbright, entre ellos Gary Vescelius que estudió Islay e Ilo.
VERANEANTE EN MEJÍA
Cuenta Valcárcel en sus memorias que la primera vez que estuvo en Mollendo y en Mejía fue en 1902, tenía 11 años: «mi madre, acompañada por un grupo de amigas arequipeñas, viajó al balneario de Mejía […] inolvidable ese primer viaje por la región sur y, prácticamente, mi primer encuentro con el mar». Al año siguiente estudió unos meses en el colegio jesuita arequipeño para luego retornar a Cusco. Conocía la ruta, su familia tuvo varios veranos en Mejía. Fueron 5 hermanos, 3 fallecieron temprano; Leticia, 6 años menor, vivió en Arequipa.
PASAJERO EN MOLLENDO
En 1912 cuando tenía 21 llegó en tren al puerto bravo para viajar por primera vez en barco rumbo a Lima. De Mollendo escribió: «el mar siempre estaba agitado, de forma que para ascender se colocaba a los pasajeros en una silla atada a un cable […] un método bastante peligroso, los niños y las mujeres se asustaban y lloraban».
AMBIENTE FRÍVOLO
Le gustaban las fiestas, su sociable madre hizo todo lo posible para que fuera un “hombre de sociedad”. La acompañaba a las haciendas de diversas familias cusqueñas. «Acostumbrábamos también ir a Arequipa en las épocas de verano, así como a Mejía, a orillas del mar, a disfrutar del ambiente de la playa, o a Jesús, en plena campiña, a tomar baños termales. Todo ello nos ligaba a un ambiente frívolo por el que yo no guardaba mayor estimación».
Normalmente los lectores la pasan mal en ambientes de bajo reto intelectual o frente a efectos veraniegos de rebaño, pero es curioso que antropólogos –salvo Aída Mejía Isenrich– no hayan encontrado aún interesante Mejía como objeto de estudio, a mí me parece fascinante su mecánica social. Cierto que puede ser frívolo y tenso, pero si se hace suficiente zoom –sin contagiarse de quienes no tienen salvación mental– uno se forja aprendiendo de empresarios y deportistas que ¿acaso no generan ambientes culturales también?
CONVERSACIÓN CON VALCÁRCEL
No estoy de acuerdo con Usted en que haya llamado gran tirano al virrey Toledo. Considero un error científico no ponerse en los zapatos y en el tiempo del otro. Me pongo en los suyos y comprendo que requería un sesgo hacia el indigenismo en búsqueda de igualdad de condiciones. A quienes me cuesta comprender es a ciertos discípulos suyos, actuales profesores y políticos de oficina que idealizan sin hacer trabajo de campo. Llenos de supuestas maestrías diciendo tonterías y viviendo de un sistema gubernamental inservible. El Perú de la calle, de los cerros, cambió, tiene oportunidades gracias a vuestra generación. Por supuesto hay quienes siguen discriminando porque no conocen su genealogía, pero se va solucionando: hoy quienes no conectan con el Perú tienden a quebrar, hoy requerimos de meritocracia, de instituciones que funcionen, de peruanos que hagan bien su trabajo, cualquiera que sea sin estar haciendo política con el único fin de ganar más haciendo menos. Pienso que a la larga estaríamos de acuerdo.