Desde hace algún tiempo, primero con varias críticas ácidas, luego, con sus troles, de manera agresiva en las redes sociales, y, últimamente, de forma virulenta, organizada, y con nombres propios, han venido asechando una nueva versión del coronavirus que amenaza el país.
Es tan o más letal que el COVID-19, tan nefasto y peligroso, porque a diferencia de un virus común y corriente, que no se mueven, ni tienen vida, éstos son “vivos” y se movilizan muy rápidamente con el objetivo de que el gobierno fracase en su lucha contra el coronavirus, sin importarle que en el camino se pierdan miles de vidas.
La campaña empezó con una declaración destemplada de la congresista fujimorista Martha Chávez: “Si alguien duda que hay una mano que mueve la cuna para usar la epidemia del COVID-19 en favor de la imagen de Vizcarra, ahí tienen una muestra. ¡Apoyar y cumplir las medidas de aislamiento social y otras dispuestas ante el contagio, no nos hace ciegos ni torpes, menos ayayeros!!”. Le siguieron en esta campaña, de encarnizada y manera sostenida, el trio Rey, Barba y Tudela, el inefable Butters, el furibundo Mulder, el topo Vitocho, entre otros.
Pero la cosa no quedó allí, sino que arreció de manera violenta con cientos de troles en todo el país, intentando desprestigiar al gobierno en su lucha contra el COVID-19, incluso colocando noticias falsas, como las cifras descomunales de los sueldos del presidente y de sus ministros, comparándolas con el sueldo mínimo con la finalidad de hacer notorio las diferencias y exacerbar el descontento de la población, inventaron las renuncias de los ministros en plena pandemia para demostrar la existencia de un caos y desgobierno, crearon más robos de los que ya se habían denunciado para proyectar la imagen de un gobierno corrupto, entre otras noticias falsas. La situación fue tan dura que obligó al Ministerio de Justicia a pronunciarse en torno a las personas que difundan información falsa para obtener provecho o generar perjuicio a terceros con una represión de 2 a 4 años de pena privativa de la libertad.
Sin embargo, la agresión contra el gobierno empezó a tornarse más peligrosa y orgánica con la exigencia de la renuncia del Ministro de Salud por parte del colegio médico, lo que trajo consigo la renuncia de varios de los miembros del Comando COVID perteneciente a este gremio. A ello se sumó, el “curioso y casual” pronunciamiento de la cúpula aprista en la que también exige la renuncia del Ministro Zamora.
Sé que el gobierno ha cometido muchos errores que no están exentos de la crítica, pero lo sucedido está poniendo en riesgo, no solo la unidad de todos los peruanos, sino que también, la legitimidad del presidente de la República, que tanto se necesita, para la lucha frontal contra el coronavirus.
Lo que veo todavía es sangre en los ojos y sed de venganza de los que perdieron la corona cuando les disolvieron el congreso, y que para mantenerla se han convertido en un nuevo virus: “el otro coronavirus”, que como dice mi amigo Paulo Rejas, “son políticos sin escrúpulos que, en medio de la peste y de los muertos, danzan su cortejo fúnebre como pavo real desplegando sus plumajes. Provoca repugnancia verlos hacer campaña presidencial, en medio de la crisis más grande que hemos atravesado desde la Guerra del Pacífico”. De mi parte, nunca he estado más de acuerdo con él.