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lunes, septiembre 15, 2025

El oro: mentiras y verdades (3)

“Nuestra sociedad ha llegado a un momento en que ya no adora al becerro de oro, sino al oro del becerro.” – Lope Félix de Vega Carpio.

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POR: CESAR CARO JIMENEZ

A la fecha, las reservas internacionales del Perú se sitúan en aproximadamente 76,000 millones de dólares estadounidenses. Estas reservas representan un pilar fundamental para la estabilidad económica del país, permitiendo afrontar posibles shocks externos, mantener la confianza en la moneda y respaldar las políticas monetarias y cambiarias.

COMPOSICIÓN DE LAS RESERVAS

Las reservas internacionales del Perú están compuestas principalmente por oro, que representa una pequeña proporción de las reservas totales, que se mantiene como un respaldo adicional y como activo líquido de alta calidad.

Además, hay activos en moneda extranjera, que es básicamente el dólar estadounidense, que incluyen principalmente bonos del gobierno, depósitos en bancos del exterior y otros instrumentos financieros. Estos activos representan la mayor parte de las reservas, con una distribución diversificada en dólares, euros y yenes, aparte de Derechos Especiales de Giro (DEG), que son activos emitidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y representan una pequeña fracción del total.

Asimismo, aunque en menor medida, se tienen reservas en monedas distintas del dólar; aunque en menor medida, también se mantienen en otras monedas, contribuyendo a la diversificación y protección ante riesgos cambiarios.

CONTEXTO Y TENDENCIAS

El Perú ha mantenido un nivel estable de reservas en los últimos años, con algunos incrementos impulsados por la entrada de divisas derivadas de las exportaciones de minerales y una gestión prudente de las políticas macroeconómicas. La reserva oficial, gestionada por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), busca ante todo garantizar la estabilidad del tipo de cambio y la solidez del sistema financiero nacional, política bajo la dirección de Julio Velarde Flores, que está en el cargo desde el año 2006 y ha sido ratificado por tres gobiernos, y que ahora muy bien hubiese podido ser un excelente candidato a presidente del Perú.

Sin embargo, a mi modesto entender, al margen de su evidente capacidad —como lo he señalado en anteriores artículos—, hay un aspecto que me gustaría que alguno de nuestros congresistas le preguntara: por qué no tenemos más reservas en oro, metal del cual somos uno de los principales productores. En 2006, las reservas de oro del Perú eran aproximadamente 37.5 toneladas, según datos del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). La valorización de esas reservas en ese momento dependía del precio internacional del oro, que en dicho año rondaba los 600–700 dólares por onza troy, en tanto en el momento de escribir el presente artículo ha alcanzado los 3,686.40 por cada onza troy, onzas que, al no haber una entidad oficial que las adquiera formalmente (antaño existía el Banco Minero), acaban fugando tanto por Brasil como por Bolivia, cabiendo inquirir en qué se beneficia el Perú con su actual política que consiste esencialmente en no hacer nada, dejando en manos de la informalidad y “libre comercio” el contrabando del oro.

Permítanme tratar de explicarlo: si el Banco Central tan solo hubiese doblado el 2006 sus reservas en oro, al día de hoy tendría 75 toneladas que, al precio de 1,950 USD por onza troy de hace unas semanas, significarían aproximadamente 438.6 millones de dólares estadounidenses.

En la actualidad, la comercialización del oro en Perú se realiza principalmente a través de diferentes canales formales e informales, incluyendo empresas mineras, refinerías, intermediarios, casas de cambio y plataformas internacionales. El oro extraído en el país es sometido a procesos de refinamiento y certificación para garantizar su calidad, y luego se comercializa tanto en el mercado nacional como en el internacional, principalmente a través de exportaciones.

Sin embargo, pareciera ser que el mercado informal, con intermediarios y vendedores no regulados, movería mucho más oro que el oficial, sin que ninguna entidad oficial implemente regulaciones más estrictas que obliguen a todos los actores a registrar sus operaciones, garantizando la trazabilidad desde la extracción hasta la venta final, que debería ser supervisada, aparte de la Sunat, por el BCR, que debería analizar la posibilidad de tener más reservas en oro.

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