Por: Arnulfo Benavente Díaz
Adolf Hitler nació en 1889 en Austria. Fue soldado y cabo en el ejército. En 1920 formó un partido político llamado Partido Obrero Nacional Socialista Alemán. En 1924 escribió el libro Mi lucha. En 1933 fue nombrado canciller y, en 1935, se convirtió en líder (Führer) de Alemania.
EL LIBRO PROHIBIDO
El libro Mi lucha, de Hitler, menciona en la primera página y en el prefacio lo siguiente: «Este libro no está escrito para los extraños, sino para los adherentes al movimiento, que pertenecen a él de corazón y desean ilustrarse a su respecto». Luego sostiene en su prosa: «Yo sé que los partidarios conquistados por medio de la palabra escrita son menos que los conquistados merced a la palabra hablada y que el triunfo de todos los grandes movimientos habidos en el mundo ha sido obra de grandes oradores y no de grandes escritores».
Hitler viaja a Viena y observa todo lo que considera mal para el país, es decir, la religión judía y los partidos políticos marxistas comunistas a través de la socialdemocracia: «Cuando comprendí que eran los judíos quienes estaban al frente de la socialdemocracia, la venda cayó de mis ojos». Agrega asimismo: «Sólo entonces llegué a comprender al corruptor de nuestra nación». También expresa: «Comprendí que el judío no era alemán». Y sentencia: «Me convertí en un fanático antisemita».
En realidad, vemos sus palabras escritas, que merecen una reflexión: «Si el judío conquistara con ayuda del credo marxista las naciones de este mundo, su corona sería una guirnalda fúnebre. La naturaleza eterna sabe vengar en forma inexorable cualquier usurpación de sus dominios. De aquí que yo me crea en el deber de obrar en el sentido del Todopoderoso Creador; al combatir a los judíos cumplo la tarea del Señor».
El libro fue prohibido en varios países de su tiempo por su mal ejemplo ético, racismo y totalitarismo.
Hitler fue responsable del Holocausto y del genocidio de más de seis millones de judíos europeos.
En la Segunda Guerra Mundial, Hitler invadió la Unión Soviética y perdió la guerra. Los rusos ingresaron a Berlín a las cinco de la madrugada con artillería y aviación. El combate duró dos semanas, día y noche. Al final, en nombre del alto mando alemán, Keitel Friedeburg se rindió y firmó un acta de capitulación militar.
Las tropas del ejército soviético encontraron, en un subterráneo, al Führer Hitler sin vida, junto a su esposa Eva Braun.