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El kamikaze Bellido

Pese a la percepción que pueda tenerse desde afuera, queda claro que Bellido es funcional tanto a Castillo como a Cerrón y es el kamikaze perfecto para apuntalar el modelo de gobierno, descolocar a una desorientada oposición, marcar la agenda política, y evitar que el presidente Pedro Castillo tenga que ser el malo de la película.

POR: MAURICIO AGUIRRE CORVALÁN   

Desde su nombramiento como presidente del Consejo de Ministros, estuvo claro que el premier Guido Bellido era un hombre de confianza de Vladimir Cerrón, y estaba puesto allí como parte de la repartición del poder en el Ejecutivo entre Perú Libre y el presidente Pedro Castillo. Con el transcurso de los días y como era lógico, los hechos empezaron a mostrar que Bellido respondía más a los intereses del partido de gobierno que a los del propio mandatario, que por más paradójico que parezca, no siempre eran los mismos por lo menos de las puertas de Palacio para afuera.

Pero el premier Guido Bellido no sólo es los ojos y oídos de Vladimir Cerrón, sino que conforme han avanzado las semanas, y no necesariamente con las mejores formas, Bellido también ha logrado convertirse en el principal actor del gobierno. Es la voz cantante, y muchas veces disonante, de las decisiones del Ejecutivo, con un estilo de hacer primero y preguntar después. Juega en pared con Cerrón, no pocas veces descoloca al propio presidente, y tiene una sorprendente capacidad para copar la agenda política con anuncios y declaraciones que más de una vez han mostrado al gobierno recorriendo un camino en zigzag más que en línea recta. Bellido es en la práctica, la fuerza de choque de un gobierno en el que el presidente todavía no termina de acomodarse en el cargo, y donde al equilibrio de poderes en el propio Ejecutivo le resulta aún complicado encontrar su punto medio.

Lo que no termina de verse con claridad, sin embargo, es si Castillo, Bellido y Cerrón han decidido convivir en ese espacio pese a las pugnas, disociaciones y desencuentros o, por el contrario, se trata solo de pequeñas, y porque no acordadas, desavenencias conyugales dentro de un matrimonio bastante sólido.

Más de un hecho nos permite decantarnos por lo segundo, e inferir que en realidad los tres navegan en el mismo barco hacia el mismo puerto. La decisión de renegociar los contratos del gas de Camisea es uno de ellos. Bellido hizo el anuncio de no muy buenas formas, Cerrón aplaudió con entusiasmo, Castillo lo desmintió a medias, pero al día siguiente el propio Bellido formalizó el pedido junto al Ministro de Energía y Minas, ante el silencio de aprobación del presidente, que días después señaló estar de acuerdo con la renegociación y que lo del premier había sido sólo un exabrupto ya corregido. Pese a la percepción que pueda tenerse desde afuera, queda claro que Bellido es funcional tanto a Castillo como a Cerrón y es el kamikaze perfecto para apuntalar el modelo de gobierno, descolocar a una desorientada oposición, marcar la agenda política, y evitar que el presidente Pedro Castillo tenga que ser el malo de la película.

Pero ese juego perverso, más temprano que tarde, le puede pasar factura al presidente. Es que, si bien el premier puede resultarle funcional a sus estrategias, hay un tema que el propio mandatario tendrá que resolver. Varios ministros se sienten más que incómodos con la presencia de Guido Bellido y su papel como rostro visible de las principales decisiones del gobierno, y también con el nivel de injerencia de Vladimir Cerrón. A la fecha, Castillo hace frente a un gabinete dividido en dos.

Los cerronistas liderados por Bellido y los más moderados que apuestan por un gobierno que sea de izquierda, pero que tenga la capacidad de lograr consensos con la oposición, darle gobernabilidad al país y generar confianza para atraer inversiones que permitan encaminar la reactivación económica y la generación de empleo. Entre ellos estarían Pedro Francke de Economía, Oscar Maúrtua de Relaciones Exteriores, Aníbal Torres de Justicia, Hernando Cevallos de Salud, Juan Cadillo de Educación, y hasta Dina Boluarte de Desarrollo e Inclusión Social, muy cercana a Cerrón en los tiempos de campaña electoral.

Dos evidencias refuerzan esta tesis. Una es la publicación de los chats de la bancada de Perú Libre donde la ministra Dina Boluarte es seriamente cuestionada por los congresistas oficialistas vinculados a Vladimir Cerrón, y la otra el desencuentro público de la propia Boluarte con el premier Guido Bellido por la compra de conservas de pescado nacional para el programa Qali Warma.

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