POR: CÉSAR A. CARO JIMÉNEZ
Aunque no suelo ser muy aficionado a los festivales, como el III Festival del Libro en Moquegua, no puedo negar que en esta ocasión ha representado un avance significativo en su organización y logros. ¡Por fin el alcalde provincial ha dado en el clavo! Espero que también aproveche esta oportunidad para eliminar la molesta cochera ubicada entre las calles Arequipa y Moquegua, que resta belleza y orden a la zona.
El III Festival del Libro en Moquegua constituye un esfuerzo valioso por promover la lectura y la cultura en una región que, tradicionalmente, ha tenido menos acceso a eventos culturales de gran escala. Aunque la iniciativa merece reconocimiento, también revela áreas de mejora que deben abordarse para lograr un impacto más duradero en la comunidad.
Por un lado, el festival logró atraer a diversos actores del ámbito literario, educativo y cultural, creando un espacio de encuentro para autores, lectores y organizaciones. La variedad de actividades —como presentaciones de libros, talleres y charlas— refleja un compromiso por ofrecer contenido relevante y accesible. Además, la participación de instituciones tanto locales como nacionales demuestra un interés genuino en fortalecer la cultura escrita en Moquegua.
No obstante, desde un análisis crítico, se observa que la organización del evento pudo haber sido más inclusiva y diversificada. La escasa presencia de autores regionales y la limitada oferta de actividades dirigidas a niños y jóvenes impiden que el festival alcance su máximo potencial transformador. Asimismo, algunos asistentes expresaron que la infraestructura y la difusión del evento no fueron las óptimas, lo que limitó la participación de la comunidad en general y dificultó el acceso a todas las actividades programadas.
En conclusión, el III Festival del Libro en Moquegua es un paso en la dirección correcta, pero aún requiere mayores esfuerzos en planificación, inclusión y alcance para convertirse en un motor real de cambio cultural en la región. La promoción de la lectura debe ser una prioridad sostenida, con estrategias que involucren a toda la comunidad y fomenten el amor por la literatura desde edades tempranas. Solo así Moquegua podrá consolidarse como un referente en cultura y educación en el sur del Perú. Para ello, sería conveniente impulsar un Patronato de Cultura, Educación y Desarrollo que aproveche la riqueza geográfica y estructural de la región para convertirla en la capital cultural del sur del Perú.
En este contexto, también sería valioso fomentar la creación de centros de investigación y universidades de primer nivel, con el apoyo de las empresas mineras y otros actores económicos. Es fundamental evitar la creación de instituciones con solo fachada universitaria, que carecen de docentes calificados y metas alineadas con la realidad regional. La verdadera inversión en educación e investigación puede transformar el panorama y generar frutos concretos.
Recordemos que las grandes realizaciones nacen de la ambición y los sueños de sus habitantes. ¿Por qué no comenzar a soñar en una ciudad pequeña, bella y culta? Disponemos de recursos abundantes; solo falta utilizarlos de manera adecuada para convertir a Moquegua en un ejemplo de desarrollo cultural y educativo en la región. La clave está en la voluntad y en la acción conjunta.


