POR: DR. JAVIER FLORES AROCUTIPA
Las vacunas y el covid-19 están mostrando la realidad del Estado peruano, la crisis sanitaria, la infraestructura para enfrentar a enfermedad ha sido “arrasada” por el virus. No solamente es un asunto como dijo la ex ministra de Salud que el Estado era anti-covid, sino también que hay una pésima administración de la pandemia en el Perú.
Todo empieza con el “encierro” de los peruanos, paralizando la economía, hundiendo las economías familiares sobre todo del sector privado formal e informal, los funcionarios del Estado no lo sintieron porque todos estaban percibiendo sus sueldos “sin trabajar”.
La falta de plan estratégico anti-covid, llevo a comprar las cuestionadas pruebas rápidas postergando la compra de pruebas moleculares y ahora se sabe que fue un engaño, dado que no detectaba y paralizaba a los contagiados para no seguir el proceso.
Por qué la gente igual seguía contagiándose al día siguiente o al momento después de que había sido sometido a una prueba rápida y porque mucho pasaban por asintomáticos. En la experiencia de Moquegua se puede narrar por ejemplo que en un determinado momento las señoras del mercado, cuando le hicieron las pruebas rápidas arrojaron que no tenían el covid los jóvenes no tenían el covid, arrojaban que solo el 2% de ellos tenían coronavirus.
Ellos llevaban el virus a casa y metían en problemas serios a personas que tenían otras patologías sobre todo adultos y adultos mayores. Pero no suficiente con la pésima administración y la perspectiva que fue un caos, una situación bastante difícil, vinieron los problemas de hacer las famosas cuarentenas y las cuarentenas tampoco fueron una solución Porque se sabe qué si no hay vacunas no se puede reactivar la economía. Solamente garantizando las vacunas es posible hablar de una reactivación de la economía.
Todo eso nos llevó al límite, muy poco pudieron hacer los esfuerzos de cada uno de los médicos, enfermeras encargadas del tema. Entonces hubo pésimo enfrentamiento al covid-19 en la realidad peruana.
Y no solo es un asunto de administración contra el covid, sino que al interior del propio Estado peruano tal como dijo la que la señora que se vacunó, Pilar Mazzetti, que el Estado era anti-covid, es un Estado paquidérmico, lento, sino que se destapaba como un Estado corrupto.
Ahora se devela que se compran vacunas chinas sin acreditación en alguna parte del mundo y este problema de dos vacunas se va convirtiendo en tres vacunas, es la demostración de la poca efectividad de esta vacuna. Ahora se explica el regalo de vacunas para funcionarios del sector público.
Si se entiende que la función pública, el funcionario público debe estar al Servicio del ciudadano, sin embargo, se ha demostrado en la práctica que está al servicio de sí mismo.
Se han olvidado que los ciudadanos son los contribuyentes, los que pagan impuestos para que el Estado apoye al ciudadano, que son las contribuciones que pagan el sueldo de aquellos.
La vacuna ha mostrado dos escenarios, el primero que existe una pésima administración, un pésimo plan estratégico para enfrentar el COVID, y en segundo lugar que existe corrupción al interior de la función pública y surge un tercer escenario el funcionario no solamente No atiende las necesidades públicas, sino que al mismo tiempo la hace lenta y se beneficia vacunándose.
NO HAY VACUNAS
Hoy se observa lentitud en la aplicación de las vacunas, y lo más grave que no hay vacunas. Entonces en esta etapa de enfrentar la segunda hasta tercera ola, todo indica que la administración de Perú y de los países subdesarrollados es bastante crítica. No solo se está a la cola de vacunas, sino que ahora hay que salir a buscarlas porque no llegan a países subdesarrollados.
Hay que ver al Estado por resultados. Una comparación con Chile nos lleva a señalar que Chile ha realizado la compra de 90 millones de vacunas y hoy vacuna a 9 millones de chilenos. ¿Que nos puede decir el presidente Sagasti, el de los morados?
Bill Gates, quien tiene información privilegiada ha dicho que se debe estar superando el COVID 19 a fines del 2022. Por supuesto que él está pensando en los países desarrollados. Esa frase para Perú significa el 2024.
Desde nuestra percepción consideró que tiene que haber una mayor participación del ciudadano en la vida política del Perú, tiene que haber control político, fiscalización y presionar para una reforma del Estado al servicio de los ciudadanos y no de unos privilegiados ¿podrá cambiar esta realidad en los próximos 50 años?