La mayor parte de nuestra riqueza cuprífera se sigue generando en un puñado de territorios, lo que incrementa riesgos sociales, ambientales y logísticos, además de agudizar las brechas con regiones que quedan fuera del dinamismo minero. A la fecha, el total producido fue de 886,716 (ochocientas ochenta y seis mil setecientas dieciséis) toneladas métricas finas (TMF) en quince regiones del Perú.
Existe concentración regional: las cinco primeras regiones (33 % del total) producen el 71.7 % del cobre nacional. Se puede decir que hay una fuerte concentración geográfica, lo que constituye un riesgo estructural. Solo cinco regiones producen más del 70 % del cobre peruano. Esto implica una alta exposición a riesgos sociales, ambientales o logísticos en esas zonas.
También hay brechas de desarrollo regional entre zonas mineras y no mineras. De hecho, se observa desigualdad en la distribución del canon y regalías. Se deduce que las regiones líderes reciben la mayoría de los beneficios económicos, mientras que regiones marginales, como Puno, Huánuco y Ayacucho, quedan fuera del dinamismo minero.
De allí surge la necesidad de diversificación territorial. Regiones como Cusco, Junín e Ica tienen base geológica e infraestructura, y podrían aumentar su participación si se agilizan los permisos y se gestiona adecuadamente la licencia social.
Cinco regiones del Perú concentran el 72 % de la producción de cobre al 2025: una riqueza centralizada que exige una nueva estrategia nacional para diversificar, redistribuir y sostener el crecimiento minero del país.
Moquegua se ubica en la primera posición con 158,274 (ciento cincuenta y ocho mil doscientos setenta y cuatro) TMF, y en segundo lugar va Arequipa con 136,587 (ciento treinta y seis mil quinientos ochenta y siete).