POR: DAVID AURIS VILLEGAS
En pleno siglo XXI, donde el poder del conocimiento innovador es un ícono de desarrollo, ocho millones de adultos peruanos no han culminado su educación secundaria. Este espantoso dato, desnuda nuestra descomunal exclusión, a pesar de que, en todos los foros mundiales, se plantea la importancia de la educación como única herramienta de progreso. A fin de revertir esta fragilidad social, es imprescindible llevar a cabo una agresiva política de educación inclusiva, de lo contrario nuestro futuro puede ser catastrófico.
A pesar de que la internet nos brinda la oportunidad de incluir a todos, el sistema educativo peruano y mundial todavía excluye a niños y adolescentes en edad escolar, limitando así su desarrollo personal. Esta exclusión se produce por razones de género, orientación sexual, origen étnico o social, lengua, religión, nacionalidad, situación económica o de discapacidad, según la Unesco. De continuar esta situación, la vida se hará insostenible y, podríamos enfrentarnos a un futuro con mayor pobreza y desborde social, pues la injusticia ejerce el ingrato poder de la destrucción.
Para abordar estos desafíos, es crucial fomentar una integración humana en un mundo caracterizado por un alto grado de mestizaje étnico, cultural y diversidad, que son fortalezas a ser potenciadas. En este andar, nuestro país, cada 16 de octubre, celebra el Día de la Educación inclusiva que nos invita a reflexionar y vigorizar una sociedad más inclusiva y cooperadora en todos los quehaceres, con énfasis en el territorio educativo.
Los beneficios de la inclusión son tan poderosas que asegura el porvenir de la humanidad. La Unesco, asumiendo su rol visionario, plantea que nadie se quede rezagado y esboza una educación inclusiva como un proceso constante y diverso, abocado a satisfacer las necesidades de los estudiantes, especialmente a los menos favorecidos, asegurando su participación en el concierto social.
Necesitamos reacomodar a todas las escuelas como inclusivas y todos los maestros también han de serlo. Los educadores inclusivos, muchos de ellos ya están aplicando en sus clases, el Diseño de Aprendizaje Universal, (DUA), a fin de atender los diversos estilos y necesidades de aprendizajes. Esta estrategia didáctica genera un entorno inclusivo que beneficia a todos, especialmente a las personas con discapacidad, al asegurar su plena participación y autonomía.
La educación inclusiva es un ineludible camino que nos invita a cooperar entre los países y así recorrer juntos, apostando al diálogo y los objetivos compartidos, hacia un bien común para todos.