POR: ENRIQUE RIVERA SALAS
Siempre hemos dicho que existen personajes que no han nacido en esta bendita tierra de Mollendo y la provincia de Islay, pero que debemos considerarlos como nuestros por todo lo que hicieron en bien del progreso de nuestra provincia. No podemos olvidarlos.
Estoy seguro de que, al terminar de leer este artículo, me darán la razón.
Vamos a iniciar nuestro relato exponiendo lo siguiente: existen personajes cuya desaparición física no los separa completamente del mundo, más aún si, sin ser escritor ni mucho menos historiador, se preocuparon con esmero, dedicación y cariño por el pueblo de Mollendo, tan entrañable para ellos. Allí vivieron más de treinta años, formaron su hogar y construyeron vínculos en el Valle de Tambo, donde hicieron grandes amistades que, pese al tiempo transcurrido, aún los recuerdan con afecto.
Rindiéndole el homenaje póstumo que se merece, vamos a resaltar su semblanza con el único objetivo de que su ejemplo influya como estímulo para los jóvenes estudiantes, alentándolos a profundizar y ampliar el conocimiento histórico de Mollendo y de la provincia de Islay.
Mateo Francisco Velarde Herrera nació en el distrito de Miraflores, Arequipa, el 19 de septiembre de 1899. Sus padres fueron Timoteo Velarde y María Herrera. Se casó con la dama mollendina María Dorich Torres, fundadora del antiguo Asilo de Ancianos junto a otras distinguidas damas. Tuvo una hija, Ruth Velarde; dos nietas, Deborah y Úrsula Schlapfer Velarde; y una bisnieta, Daniela Álvarez Calderón Schlapfer.
Estudió en los colegios Independencia Americana de Arequipa y Ballón. Luego viajó a Lima y más tarde a Madrid (España), donde cursó estudios superiores financiados primero por sus padres y luego gracias a una beca otorgada por el gobierno español para estudiantes latinoamericanos. En 1924 se trasladó a Francia para seguir estudios de posgrado, especializándose en microbiología y salud pública. Obtuvo el doctorado en Medicina Colonial en la Universidad de La Sorbona, en París.
Regresó al Perú y fue destinado a Chiclayo, pero por pedido de sus padres viajó a Mollendo con la intención de quedarse una semana… y se quedó toda la vida. Trabajó en el hospital ocasionalmente, pero ejerció la medicina de forma particular con pacientes de Mollendo y del Valle de Tambo. Aunque sus colegas del hospital inicialmente se opusieron a su ingreso al cuerpo médico, su eficacia fue tal que, en 1931, fue nombrado médico auxiliar “ad honorem”, y luego médico sanitario del puerto, médico de la Beneficencia y médico titular del hospital “El Carmen”.
El Dr. Velarde también fue amante de la historia y cultura local, fundando en 1955 el Círculo Cultural Baca Flor. Publicó diversos trabajos históricos y fue autor de libros fundamentales como “Crónicas de Islay Mollendo” y “El Derrotero Histórico de Islay”. Como alcalde en 1959, lideró gestiones fundamentales para la ciudad. Su legado es innegable. Continuará…