Por: Wilfredo Mendoza Flores (e-mail: wil.mendoza.flores@gmail.com)
Faltan apenas dos días para que acabe esta campaña electoral muy distinta a otras por causas diferentes. Una, la incontenible pandemia con restricciones, prohibiciones, protocolos. Otra, candidatos que mienten y proponen cosas imposibles, palabras, más palabras; y desde luego, candidatos tránsfugas, improvisados y carentes de atributos comunicacionales, destrezas y habilidades que empobrecen la política como arte y ciencia poniendo en riesgo la democracia.
Mañana, felizmente culmina la primera parte de esta contienda electoral; porque tal como se ha observado, los candidatos presidenciales y congresales conforme lo planificaron, la mayoría cierran su campaña; unos con respaldo popular, otros con raleados simpatizantes y no faltaron quienes no realizaron ninguna manifestación. Y, es que para movilizar gente se requiere de un fuerte respaldo económico desde el de contar con buenos equipos de difusión, pago de gasolina, petróleo o gas para los vehículos, diseño de pancartas, paneles y afiches, pago a grupos de danzas y músicos, levantar un estrado, etc.
Por el momento termina esta vía crucis solo que el ciudadano elector, en estas horas deberá premunirse de tranquilidad y calma reflexiva para optar una decisión por el candidato que crea conveniente confiar el futuro de nuestros hijos por cinco años a alguien que realmente garantice el fortalecimiento de la democracia, el respeto a los derechos individuales, el cumplimiento de las leyes y normas que son necesarias para desarraigar la corrupción que como cáncer se ha enquistado en todos los niveles de la sociedad.
Algo más, tenemos que votar por el candidato que haya dado a conocer las mejores propuestas viables para el desarrollo de los pueblos de todo el país. Esta vez, no podemos ni debemos equivocarnos, porque de por medio está la prosperidad, el desarrollo y el bienestar de la ciudadanía a que tenemos derecho establecido en la Constitución Política del Estado.
Y, hablando de derechos, uno de los derechos fundamentales y más apreciados del ser humano es la libertad en sus diferentes manifestaciones, como a la libertad de conciencia y religión, a la libertad de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen o por cualquier medio de comunicación como son las redes sociales. También a la libertad de creación intelectual, a la libertad de tránsito e igualmente a trabajar libremente; entre otras muchas libertades y derechos, pues, por lo demás en este mundo en que vivimos, después de las grandes guerras mundiales y la pandemia que intentamos vencer, hay una cultura universal que aprecia y defiende la libertad combatiendo todo intento de conculcarla. Todo esto es lo que el candidato ganador de esta primera vuelta no debe olvidar, al contrario deberá fortalecer o robustecer para la tranquilidad ciudadana porque aún no es ganador de estas elecciones.
Dentro de la libertad de opinión y de expresión se puede concordar o coincidir con otros al igual que se puede disentir o discrepar, lo que no solo es lícito; sino también absolutamente legítimo mientras se guarde el debido respeto y se haga con las formas que establece la urbanidad y buenos modales, especialmente practicando los valores y principios que son irrenunciables. Entre los sectores que combaten con más fuerza y perseverancia los intentos de amordazar y acallar la libertad de expresión o de limitar el sagrado derecho a la opinión, indiscutiblemente se encuentra el sector del periodismo independiente que basado en la investigación periodística descubre y revela las irregularidades e indicios de actos de corrupción que incurren los poderosos
De igual manera las actividades académicas posibilitan el libre ejercicio de la libertad de expresión en todos sus matices; pero si se coacta esta libertad, se corre el riesgo de dar luz verde a la práctica de hechos luctuosos, probablemente a la incomprensión de quien ejerce el poder o de quien, sintiéndose mesiánico se considera el único depositario de la verdad y por ello, al sentirse omnipotente y todo poderoso trata de intimidar otras expresiones. El mundo actual requiere del diálogo permanente, de confrontación de ideas y de expresiones, de consensos y disensos para encontrar puntos comunes que hagan posible el avance de la sociedad en aras del bien de la colectividad.
Por lo manifestado, estimo conveniente sugerir en esta antesala del domingo 11 de abril. Está en nosotros la decisión de elegir al mejor, no con el corazón ni por sentimiento emotivo, sino con el cerebro y decidir un voto informado, consciente y responsable. Acudir a los locales electorales seleccionados, portando sus documentos de identidad para emitir el voto con la mayor seriedad y exquisita frialdad; pues en ese momento de decisión está en juego el futuro de todo el país. Solo que, esta vez, con tantos aspirantes a la máxima magistratura de la nación y a un escaño del Congreso de la República, el propio elector está polarizado, con enfrentamientos partidarios y el voto disperso.
En este proceso electoral, donde hubo de todo y que la historia ha registrado; pues hay hasta 18 candidatos de igual número de listas presidenciales y congresales. Algunos de ellos apartados o excluidos, retirados por las cúpulas de las organizaciones políticas y renunciados por el JNE de esta contienda electoral y que finalmente se presume que no pasarían o no superarían la valla electoral.
Pero también llama la atención que quienes son defensores natos de los derechos de opinión y expresión, esto es, los periodistas o comunicadores sociales de los diferentes gremios, algunos de ellos muestren sorpresa cuando alguien que forma parte de un colectivo, no expresen alguna respetuosa discrepancia; tal vez signifique su posición de condicionamiento a otros intereses; porque discrepar con respeto, no ofende ni perjudica; al contrario aclara, fija posiciones; puede incluso rectificar; pero ello constituye también el ejercicio del derecho más preciado que es el de la libertad. Por tanto, señores candidatos como afirmamos en ocasiones como ésta la democracia peligra, si solo se oye la voz de los poderosos y que la Información es un derecho del pueblo que hay que respetar.