La Dirección Regional de Salud (DIRESA) de Moquegua ha confirmado que, en lo que va del año 2025, se han registrado tres casos de suicidio en la región, cifra que, aunque menor a la de años anteriores, es de preocupación para las autoridades de salud mental.
La psicóloga Thalía Sisa Calachua, responsable del área de salud mental de DIRESA Moquegua, señaló que la región cerró el año 2024 con siete suicidios y en 2023 con nueve casos. En comparación con 2022, cuando se reportaron 19 suicidios, las cifras muestran una tendencia a la baja, sin embargo, la especialista advirtió que “ninguna muerte por suicidio debe ser normalizada y cada caso representa una tragedia evitable”.
Uno de los casos más recientes involucró a un adolescente, lo que ha encendido las alertas sobre la vulnerabilidad emocional en esta población. “Este tipo de situaciones nos obliga a redoblar esfuerzos, no solo con la población adolescente, sino en todas las etapas de vida: niñez, juventud, adultez y adultez mayor”, precisó la psicóloga.
SALUD MENTAL Y ACCIONES PREVENTIVAS
Aunque no se cuenta con una cifra exacta de intentos de suicidio, Sisa indicó que muchos de estos casos están asociados a trastornos como la depresión y la ansiedad, que son atendidos regularmente en los establecimientos de salud.
Actualmente, todos los centros de salud de la región cuentan con al menos un psicólogo. La atención es gratuita para quienes cuenten con SIS, y los usuarios pueden ser derivados desde otras especialidades si se detectan señales de alarma durante una consulta médica.
TRABAJO CON ESCUELAS Y ENTORNO FAMILIAR
Según la especialista, desde DIRESA también se desarrollan talleres de habilidades sociales en colegios de la región. “Se trabaja en coordinación con docentes y directores para identificar estudiantes con señales de alerta y referirlos a los servicios de salud mental”, apuntó.
Por otro lado, la psicóloga hizo un llamado a los padres de familia a prestar atención a cambios en el comportamiento de sus hijos: pérdida de interés en actividades cotidianas, aislamiento, bajo rendimiento escolar o tristeza persistente. “El entorno familiar influye directamente en el bienestar emocional. Si los padres están emocionalmente inestables, difícilmente podrán ofrecer una crianza saludable”, subrayó Sisa.