POR: ENRIQUE RIVERA SALAS
El 1 de octubre se celebra en el Perú el “Día del Periodista”, fecha instituida gracias a la iniciativa de Antenor Escudero Villar, recordado profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de San Marcos. Durante el I Congreso Nacional de Periodistas del Perú, en 1950, Escudero propuso conmemorar al primer diario de América, El Diario de Lima, dirigido por el extremeño Jaime Bausate y Meza y aparecido el 1 de octubre de 1790, durante el virreinato de Francisco Gil de Tablada y Lemos. El pedido oficial lo hizo el diputado por Junín, Augusto Peñaloza, y en 1953 el Decreto Supremo N° 2521 instituyó el Día del Periodismo Nacional, convertido en ley en 1989 con el N° 25001.
En esta fecha, los hombres de prensa que recorren calles, siguen a personajes públicos y buscan la noticia, hacen una pausa para brindar, pese a los sinsabores de una profesión riesgosa. Soportan desplantes y malos tratos, pero no se amilanan; al contrario, convierten esos obstáculos en un aliciente para cumplir con su tarea con profesionalismo. El arma principal de un buen periodista es su norma invariable e insobornable, nutrida de capacidad, valentía, dignidad y sinceridad. Su compromiso es expresar la verdad, dar la primicia y redactar comentarios con claridad, sin afectar la dignidad de personas o instituciones.
El periodista ejemplar investiga, estudia y comunica con honestidad a través de prensa escrita, radial o televisiva. No se presta a maquinaciones indignas ni hipoteca su pluma “por un plato de lentejas”. Es indigno sembrar dudas, manchar honras, disfrazar la noticia o difamar para luego extender la mano en busca de soborno. Hoy, lamentablemente, abundan órganos de prensa en manos de mal llamados periodistas, que atropellan el idioma y los principios fundamentales, hacen festín de desgracias, hieren con grosería a quienes no ceden al chantaje, atacan irresponsablemente a instituciones tutelares y buscan crear indisciplina y caos.
Frente a ello, la prensa honesta, capaz y digna tiene la responsabilidad de librar combate sin cuartel para rescatar valores mancillados, defender la soberanía y los derechos ciudadanos, reivindicar a los mártires de Uchuraccay y contribuir a la pacificación nacional. El periodismo demanda sacrificios, pero debe seguir siendo de investigación y opinión, capaz de educar, orientar y organizar a la población en busca del desarrollo sostenible de la ciudad y del país.
Por ello, saludamos a los hombres de prensa que ejercen con honestidad la profesión más peligrosa y sacrificada, pero también la más gratificante.
“LA VERDAD ES LA BASE FIRME DE LA DEMOCRACIA”.

