POR: NATALY MILAGROS ZAÁ RIVEROS
En la alimentación cotidiana, abundan las creencias que, aunque parezcan lógicas, no siempre están respaldadas por la ciencia. Estos mitos sobre qué comer o evitar pueden llevarnos a adoptar hábitos poco saludables, especialmente cuando influyen en las elecciones de toda la familia, desde adultos hasta niños. Aquí desmontamos algunos de los mitos más comunes para que puedas tomar decisiones más informadas y construir una dieta equilibrada para todos en casa.
Mito: «Los carbohidratos engordan y debemos evitarlos»
Este mito afirma que los carbohidratos son los principales culpables del aumento de peso. Sin embargo, los carbohidratos son una de las fuentes de energía más importantes, sobre todo para niños, adolescentes y personas activas. Si bien es cierto que los carbohidratos refinados, como los refrescos y dulces, en cantidades inadecuadas pueden perjudicar la salud, no todos los carbohidratos son dañinos.
Alimentos como frutas, vegetales, cereales integrales y legumbres contienen carbohidratos que aportan fibra, vitaminas y minerales, ayudando a mantener la saciedad y regular los niveles de azúcar en la sangre. Cambiar gradualmente los carbohidratos refinados por opciones integrales permite disfrutar de este grupo sin preocupación.
Recomendación: Incluye una variedad de carbohidratos saludables en tus comidas, como pan integral, arroz integral y frutas frescas para mantener una dieta completa para toda la familia.
Mito: «Para perder peso hay que eliminar las grasas»
Durante mucho tiempo, se creyó que las grasas eran el enemigo al intentar perder peso, lo que popularizó los productos “bajos en grasa”, muchos de los cuales están llenos de azúcares y aditivos para compensar la falta de sabor. Sin embargo, las grasas saludables, presentes en alimentos como el aguacate, el aceite de oliva, frutos secos y pescado, son esenciales para el organismo.
Las grasas contribuyen a la absorción de ciertas vitaminas (A, D, E y K) y a la salud cerebral. Además, aportan saciedad, lo que ayuda a evitar el hambre constante. Eliminar todas las grasas puede llevar a deficiencias nutricionales.
Recomendación: No temas incluir grasas saludables en tu dieta. Añadir un puñado de frutos secos al desayuno o aceite de oliva en ensaladas es una manera de incorporar estas grasas beneficiosas.
Mito: «Comer poco es la mejor manera de adelgazar»
Reducir las porciones al extremo es una creencia que puede resultar peligrosa. Cuando disminuimos las calorías, el cuerpo entra en “modo de conservación” y reduce el metabolismo, dificultando la pérdida de peso a largo plazo y generando episodios de hambre intensa.
Para niños y adolescentes, reducir excesivamente la comida puede afectar su desarrollo y rendimiento. La clave está en realizar comidas equilibradas y en cantidades adecuadas, que incluyan proteínas, grasas saludables, carbohidratos y vegetales variados.
Recomendación: En lugar de reducir la cantidad de comida, prioriza la calidad de los alimentos. Planifica las comidas con los nutrientes necesarios para satisfacer el apetito y mantener la energía.
Mito: «Comer después de las 8 pm engorda»
Este mito sugiere que comer por la noche lleva al aumento de peso. Sin embargo, lo relevante no es tanto el momento en que se come, sino la cantidad total de calorías y la calidad de los alimentos a lo largo del día. Restringir la comida después de cierta hora puede ser innecesario e incluso causar ansiedad, sobre todo si no se ha comido suficiente durante el día.
Para personas que hacen ejercicio o tienen horarios atípicos, es natural necesitar energía en la noche. Además, los niños y adolescentes en crecimiento requieren nutrientes a todas horas.
Recomendación: Si tienes hambre en la noche, opta por opciones saludables como yogur natural, frutas o frutos secos. Escucha a tu cuerpo y aliméntate según tus necesidades.
Para finalizar, construir una relación saludable con la comida debe estar basado en información real y confiable, dejando de lado estos mitos. Los alimentos no son «buenos» ni «malos» en sí mismos; el impacto en la salud depende de la cantidad y frecuencia con la que los consumimos. Alimentarnos de manera consciente y equilibrada puede transformar no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mentalidad.
Así que, la próxima vez que te encuentres dudando sobre si un alimento es adecuado, recuerda: la clave para una buena salud no está en las prohibiciones extremas, sino en aprender a nutrirnos con sabiduría. La salud y el bienestar son un proceso continuo que beneficia tanto a adultos como a niños.