POR: CESAR A. CARO JIMÉNEZ
Creo que nunca podré encontrar una explicación razonable o creíble, en relación al retroceso o giro de 180 grados por parte de Martín Vizcarra y su fiel colaborador o súbdito Edmer Trujillo Mori, en cuanto al apoyo al denominado “Corredor Ferroviario Bioceánico Central”, merced al cual se efectuaron varios eventos tanto en Moquegua, Ilo y Lima, aparte de varios viajes a Bolivia donde se entablaron buenas relaciones con la cúpula en aquel entonces gobernante.
Era la época en la cual Vizcarra fue presidente del Gobierno Regional de Moquegua y Evo Morales presidente boliviano.
Y aquí no puedo dejar de hacer público mi reconocimiento a quien fue un gran amigo de nuestro país, de Moquegua e Ilo: Gustavo Rodríguez Ostria, embajador de Bolivia en el Perú desde agosto del 2014 hasta marzo del 2020, año en el cual falleció y vaya que nos va a hacer falta para reconstruir relaciones y estrategias para hacer realidad un proyecto vital para el desarrollo económico y social del sur del Perú y gran parte de Bolivia como lo detallé en el artículo anterior.
Relaciones y estrategias que fueron dañadas por la conducta de Vizcarra a partir del momento en que se ciñó la banda presidencial, dejando plantado a Evo cuando éste vino a Ilo a recibir una importante carga para Bolivia y luego, aparte de elevar el costo exprofeso –creo-, y archivar el proyecto, viajó a Chile para con su presencia avalar el proyecto brasileño-chileno que plantea otro corredor que no considera para nada al Perú y Bolivia. Y si a todo lo anterior agregamos que, durante su gobierno, Vizcarra negó el sobrevuelo de los aires peruanos del avión que conducía a Evo asilado a México, podríamos decir que la lealtad no es su divisa.
Como tampoco se da en la mayoría de países llamados en “vías de desarrollo”, los cuales hoy en un mundo globalizado, poco o nada pueden hacer ante el poder de los capitales y los mercados que no tienen fronteras. Es un mundo que se rige por la tecnología y la rentabilidad, algo que nuestras autoridades y empresarios no lo tienen aún muy claro, cegados por los chauvinismos locales que los hace querer todo, en lugar de aprender a distribuirse roles de acuerdo a las características y condiciones propias de cada región o ciudad.
Por ello, si se quiere lograr las mejores condiciones para desarrollar el proyecto ferroviario, que permitiría a toda la macro región sur peruana superar el agobiante centralismo limeño, me atrevo a proponer las siguientes estrategias y/o propuestas, en el supuesto que se confirme el triunfo electoral de Pedro Castillo, quien puede restablecer por coincidencias ideológicas las buenas relaciones con Bolivia, echadas a perder por el actuar falaz de Vizcarra.
En primer lugar, desarrollar un idioma o visión común en todas las autoridades políticas del sur, que tendría cómo propósito principal encaminar esfuerzos hacia el mismo objetivo y para ello se tendría que diseñar un evento al cual concurran todos los principales funcionarios y autoridades, donde se les explicaría los alcances y beneficios del “Corredor Ferroviario Bioceánico Central”, por parte tanto de técnicos peruanos como extranjeros: léanse bolivianos, brasileños, españoles, chinos, etcétera. Y es que no puede dejarse de lado o disminuir el papel que un liderazgo correcto juega en favor del desarrollo.
Allí tenemos el ejemplo de Lee Kuan Yey o Deng Xiaoping, (“No importa si el gato es negro o blanco, mientras pueda cazar ratones es un buen gato”), que tuvieron un papel crucial para el despegue tanto de Indonesia como de China.
Lo común en ambos casos fue el papel que tuvieron ambos Estados para impulsar el desarrollo, en un marco capitalista, en el cual ambos se mueven. (Y aquí subrayo algo, que más adelante será de artículos más amplios: China, sigue a pie y juntillas a Marx, cuando éste decía que había que desarrollar el capitalismo a su máxima expresión, antes de pasar a otra etapa: al “socialismo” según los textos).
En segundo lugar, propiciar una reunión de todas las Cámaras de Comercio de la macro región sur, a fin de explicarles los alcances del proyecto y los beneficios que tendría para ellos, en la medida que se logre establecer buenas relaciones con sus pares bolivianos y brasileños.
Habría también que propiciar eventos en tal sentido tanto en Bolivia, como en Brasil y porque no, en el norte argentino y Paraguay. Recordemos que la época más próspera fue cuando se comerciaba con el denominado en aquel entonces “Alto Perú”.
De lograrse esto, se reducirían costos y tiempos, pudiendo pensarse en hacer más competitivos a nuestros puertos pues habría más posibilidades de lograr mayores volúmenes de carga, posibilitando mayores frecuencias navieras, dado que no es lo mismo recoger cinco contendores que quinientos, por citar una cifra.
Y por último, –por ahora–, exigir que se desempolve el archivado estudio encargado por el Ejecutivo en tiempos de Vizcarra y Trujillo a la empresa Consorcio Consultor Bioceánico (INECO-INCOSA), y se analice el mismo por parte por ejemplo, de técnicos del Ferrocarril Central, cuyo Presidente Juan de Dios Olaechea es un entendido en el tema e incluso por los especialistas del Grupo México, que manejan casi el 100% de las redes ferroviarias en México y parte de los EE.UU. que limitan con el país charro.